“Todos ellos (los Apóstoles) perseveraban en la oración y con un mismo espíritu, en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos.” (Hechos 1, 14).
Así se describe la primera novena en la historia de la Iglesia. Después de nueve días – desde la Ascensión del Señor hasta el primer Pentecostés – el Espíritu Santo descendió sobre los participantes. Resulta que hasta la fecha, la Iglesia recomienda la novena del Espíritu Santo, como la preparación ideal para Pentecostés.
El orden de la novena sera el siguiente:
- Señal de la Cruz
- Acto de Consagración al Espíritu Santo
- Lectura bíblica
- Consideración para el día correspondiente
- Antífona, versículo y oración particular
- Oración para implorar los Dones del Espíritu Santo
- Himno al Espíritu Santo
DÍA 5
Señal de la Cruz
Acto de Consagración al Espíritu Santo
¡Oh Santo Espíritu, Espíritu Divino de luz y de amor! Yo te consagro mi inteligencia, corazón y voluntad, para el tiempo y para la eternidad. Que mi entendimiento sea siempre dócil a tus divinas inspiraciones y a las enseñanzas de la Santa Iglesia Católica, de la cual eres Tú su guía infalible; que mi corazón esté siempre inflamado en el amor de Dios y del prójimo; que mi voluntad se conforme siempre con la divina Voluntad; que toda mi vida sea imitación plenamente fiel de la vida y virtudes de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, a quien, en el Padre y contigo, Espíritu Divino, sea honor y gloria por los signos de los siglos.
El Espíritu Santo Nos Hace Libres
Lectura de la carta de San Pablo a los Romanos (8:26-27): “Del mismo modo, el Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues nosotros no sabemos pedir como conviene; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que escruta los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios.”
Consideración para este día:
El engaño con que el demonio hizo víctimas a Adán y Eva convirtió a sus descendientes en esclavo de aquél.
El mundo trata a menudo de engañarnos con sus máximas y de enredarnos en sus lazos. Es la mentira una de las más fuertes cadenas con que el maligno intenta atar al hombre; de ella se sirve para despertar en nosotros la afición desmedida y exclusiva por las cosas temporales, las que presenta como única razón de la vida en la tierra. Pero, ellas ni son siempre nuestras, ni podrán nunca dar satisfacción completa y duradera. Es, pues, la mentira, la que esclaviza en el pecado, despojándonos de la herencia del cielo a la que hemos sido llamados. “El que comete pecado, esclavo es del pecado,” (Juan 8, 34).
Por el contrario, es la verdad de Cristo la que libera las almas y emancipa los corazones. Cuando a nuestras almas descienda el Espíritu de Dios descubriremos los engaños del maligno y podremos destruir las ataduras de la carne que a él nos esclavizan. “Donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad.” (2 Cor. 3, 17).
Con la influencia benéfica de este Santo Espíritu recorreremos los caminos del Señor; observaremos sus mandatos y escalaremos al fin los pináculos de la perfección cristiana, para respirar el aire puro y santo de la libertad y de la gloria de los bienaventurados.
Antífona: Ven, Espíritu Santo, llena los cora-zones del tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Versículo: Envía tu Espíritu y serán creados. Y renovarás la faz de la tierra.
Rogámoste, Señor, nos concedas que el Espíritu Santo sane las heridad de nuestras almas mediante la recepción de los santos sacramentos. Por Cristo Señor nuestro. Amén.
Oración para Implorar los Dones
Señor mío Jesucristo, que antes de ascender a los cielos, prometiste a tus apóstoles y discípulos enviar el Espíritu Santo para fijar en sus almas tu obra divina y redentora, te suplicamos: nos envíes a nosotros el mismo Santo Espíritu para que complete en las nuestras la obra de tu gracias y de tu amor. Desciendan copiosos a nosotros sus dones celestiales: la Sabiduría, para despreciar las cosas perecederas del mundo y sólo anhelar las eternas; el Entendimiento, que ilumine nuestras mentes con la luz de las verdades; el Consejo, que nos dé acierto en la elección de los medios más seguros para agradar a Dios y merecer el cielo; la Fortaleza, que nos ayude a soportar las cruces de la vida y a superar los obstáculos que se opongan a nuestra salvación; la Ciencia, que da el conocimiento de Dios y de nosotros mismos y que los Santos poseyeron; la Piedad, que hace dulce y agradable tu servicio; el temor reverente para con Dios y sus mandamientos y que conduce a evitar todo aquello que pueda desagradarle y ofenderle. Te suplicámos, en fin, o dulce y amable Señor, que dejes impresa en nuestras almas la señal de tus verdaderos seguidores y un ardiente deseo de amarte sobre todas las cosas. Amén.
Himno al Espíritu Santo
Espíritu Santo, ven aquí,
Espíritu Santo, ven a mí.
Quiero vivir, quiero ser feliz
Con tu poder dentro de mí.
Ahora sé lo que es vivir,
Puedo reír, puedo cantar.
Ahora sé que yo puedo amar,
Con tu poder dentro de mí.
Hermano, ¿Quieres vivir
La gloria del Señor?
Acepta pues esta bendición
Que será tu salvación
O
Alúmbranos, Espíritu divino,
Inflámanos con tu encendido amor.
De la virtud muéstranos el camino
Y enséñanos a orar con gran fervor.
Recíbenos, Espíritu divino
Y ábrenos a tu inspiración.