viernes, 2 de junio de 2017

Novena al Espíritu Santo (Día 9)


“Todos ellos (los Apóstoles) perseveraban en la oración y con un mismo espíritu, en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos.” (Hechos 1, 14).

Así se describe la primera novena en la historia de la Iglesia. Después de nueve días – desde la Ascensión del Señor hasta el primer Pentecostés – el Espíritu Santo descendió sobre los participantes. Resulta que hasta la fecha, la Iglesia recomienda la novena del Espíritu Santo, como la preparación ideal para Pentecostés.



El orden de la novena sera el siguiente:

  • Señal de la Cruz
  • Acto de Consagración al Espíritu Santo
  • Lectura bíblica
  • Consideración para el día correspondiente
  • Antífona, versículo y oración particular
  • Oración para implorar los Dones del Espíritu Santo
  • Himno al Espíritu Santo





DÍA 9



Señal de la Cruz


Acto de Consagración al Espíritu Santo


¡Oh Santo Espíritu, Espíritu Divino de luz y de amor! Yo te consagro mi inteligencia, corazón y voluntad, para el tiempo y para la eternidad. Que mi entendimiento sea siempre dócil a tus divinas inspiraciones y a las enseñanzas de la Santa Iglesia Católica, de la cual eres Tú su guía infalible; que mi corazón esté siempre inflamado en el amor de Dios y del prójimo; que mi voluntad se conforme siempre con la divina Voluntad; que toda mi vida sea imitación plenamente fiel de la vida y virtudes de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, a quien, en el Padre y contigo, Espíritu Divino, sea honor y gloria por los signos de los siglos.


 

El Espíritu Santo Nos Da la Perseverancia

 

Lectura de la carta de San Pablo a los Romanos (2,7): "Dios dará la vida eterna a los que hace el bien sin vacilar, buscando el camino de la gloria, de la honra y de la inmortalidad.”

 

 

Consideración para este día:


Terminamos hoy los nueve días dedicados a implorar la bendición del Espíritu Santo; hemos descubierto cada día los tesoros inagotable de amor que encierra la Tercer Persona de la Santísima Trinidad y que tiene preparado para derramar en las almas que le brindan morada permanente.

El Supremo interés de todo cristiano debe ser el perseverar en la gracias y ser fiel a Jesús hasta la hora de la muerte. Llamamos a esto: “La gracias de la perseverancia final.”

Siendo esta gracia un don inapreciable, ¿de quién ha de venir sino de Aquel que es “Don Altísimo de Dios”? Si de verdad habita en nuestra almas el Espíritu Santo, derramará todos sus dones sobre nosotros y serán ellos la mejor garantía de que perseveraremos hasta el fin.

El cristiano de quien puede decirse que es “morada del Espíritu de Dios”, tiene que sentir la influencia bienhechora de sus dones divinos.

La influencia bienhechora del Espíritu de Dios se transparenta en el interés por conocer sus deseos divinos, en el esfuerzo por secundarlos, y en el cultivo sin desmayos de toda práctica virtuosa y santa. Con los rayos benéficos de sus dones, se perseverará hasta el fin.



Antífona: Ven, Espíritu Santo, llena los corazones del tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.


Versículo: Envía tu Espíritu y serán creados. Y renovarás la faz de la tierra.


Oh Dios, que penetras los corazones y descubres sus más ocultos deseos sin que nada quede velado a tus ojos; purifica con la infusión del Espíritu Santo nuestro más íntimos pensamientos para que podamos amarte y alabarte en la vida y después de nuestra muerte. Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor. Amén.

 

Oración para Implorar los Dones


Señor mío Jesucristo, que antes de ascender a los cielos, prometiste a tus apóstoles y discípulos enviar el Espíritu Santo para fijar en sus almas tu obra divina y redentora, te suplicamos: nos envíes a nosotros el mismo Santo Espíritu para que complete en las nuestras la obra de tu gracias y de tu amor. Desciendan copiosos a nosotros sus dones celestiales: la Sabiduría, para despreciar las cosas perecederas del mundo y sólo anhelar las eternas; el Entendimiento, que ilumine nuestras mentes con la luz de las verdades; el Consejo, que nos dé acierto en la elección de los medios más seguros para agradar a Dios y merecer el cielo; la Fortaleza, que nos ayude a soportar las cruces de la vida y a superar los obstáculos que se opongan a nuestra salvación; la Ciencia, que da el conocimiento de Dios y de nosotros mismos y que los Santos poseyeron; la Piedad, que hace dulce y agradable tu servicio; el temor reverente para con Dios y sus mandamientos y que conduce a evitar todo aquello que pueda desagradarle y ofenderle. Te suplicámos, en fin, o dulce y amable Señor, que dejes impresa en nuestras almas la señal de tus verdaderos seguidores y un ardiente deseo de amarte sobre todas las cosas. Amén.




Himno al Espíritu Santo



Espíritu Santo, ven aquí,

Espíritu Santo, ven a mí.

Quiero vivir, quiero ser feliz

Con tu poder dentro de mí.

Ahora sé lo que es vivir,

Puedo reír, puedo cantar.

Ahora sé que yo puedo amar,

Con tu poder dentro de mí.

Hermano, ¿Quieres vivir

La gloria del Señor?

Acepta pues esta bendición

Que será tu salvación


O


Alúmbranos, Espíritu divino,

Inflámanos con tu encendido amor.

De la virtud muéstranos el camino

Y enséñanos a orar con gran fervor.

Recíbenos, Espíritu divino

Y ábrenos a tu inspiración.


Novena al Espíritu Santo (Día 8)

 


“Todos ellos (los Apóstoles) perseveraban en la oración y con un mismo espíritu, en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos.” (Hechos 1, 14).

Así se describe la primera novena en la historia de la Iglesia. Después de nueve días – desde la Ascensión del Señor hasta el primer Pentecostés – el Espíritu Santo descendió sobre los participantes. Resulta que hasta la fecha, la Iglesia recomienda la novena del Espíritu Santo, como la preparación ideal para Pentecostés.



El orden de la novena sera el siguiente:

  • Señal de la Cruz
  • Acto de Consagración al Espíritu Santo
  • Lectura bíblica
  • Consideración para el día correspondiente
  • Antífona, versículo y oración particular
  • Oración para implorar los Dones del Espíritu Santo
  • Himno al Espíritu Santo





DÍA 8



Señal de la Cruz


Acto de Consagración al Espíritu Santo


¡Oh Santo Espíritu, Espíritu Divino de luz y de amor! Yo te consagro mi inteligencia, corazón y voluntad, para el tiempo y para la eternidad. Que mi entendimiento sea siempre dócil a tus divinas inspiraciones y a las enseñanzas de la Santa Iglesia Católica, de la cual eres Tú su guía infalible; que mi corazón esté siempre inflamado en el amor de Dios y del prójimo; que mi voluntad se conforme siempre con la divina Voluntad; que toda mi vida sea imitación plenamente fiel de la vida y virtudes de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, a quien, en el Padre y contigo, Espíritu Divino, sea honor y gloria por los signos de los siglos.




El Espíritu Santo Es Nuestro Consolador

 

Lectura del Evangelio de San Juan (14:15-17): "Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque mora con vosotros y está en vosotros."



Consideración para este día:

 

Son muchas las penalidades que ha de soportar el hombre en el tiempo de su permanencia en la tierra. Para no desesperar, para que la tristeza no le abata, necesita buscar algo o a alguien que le preste aliento y le infunda consuelo en ellas. La verdadera sabiduría está en acertar con el remedio y la persona que pueda proporcionárselo

Si el corazón del hombre busca remedio para sus males en las criaturas o en las vanidades del mundo, es como si pretendiera hallar apoyo en la caña rota; ésta sólo le causará heridas y dolores.

¡No es ese el camino que tú has de seguir, oh cristiano: recurre a quien te puede prestar apoyo y consuelo permanente! Sólo el Espíritu Santo puede brindarte este apoyo y ofrecerte el consuelo que necesitas.

Cuando el Divino Maestro vio a sus discípulos tristes e inconsolables por su partida de este mundo, prometió enviarles el Espíritu Santo para que morara en ellos hasta la consumación de los signos.

Los verdaderos seguidores de Cristo reciben este su divino consolador de las almas, y se regocija en Él. Cuando te aflija las penas y las soportes por amor a Dios, sentirás la dulcedumbre inefable de las delicias del Espíritu Consolador, y palparás por ti mimo lo que anunció el profeta: “Sobre mis siervos y sierva derramaré mi Espíritu.” (Joel 3,2).

 


Antífona: Ven, Espíritu Santo, llena los corazones del tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.


Versículo: Envía tu Espíritu y serán creados. Y renovarás la faz de la tierra.


Oh Dios, que iluminaste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo; concédenos que, por este Divino Espíritu, seamos verdaderamente sabios y nos regocijemos en sus consuelos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

 

 

 

Oración para Implorar los Dones


Señor mío Jesucristo, que antes de ascender a los cielos, prometiste a tus apóstoles y discípulos enviar el Espíritu Santo para fijar en sus almas tu obra divina y redentora, te suplicamos: nos envíes a nosotros el mismo Santo Espíritu para que complete en las nuestras la obra de tu gracias y de tu amor. Desciendan copiosos a nosotros sus dones celestiales: la Sabiduría, para despreciar las cosas perecederas del mundo y sólo anhelar las eternas; el Entendimiento, que ilumine nuestras mentes con la luz de las verdades; el Consejo, que nos dé acierto en la elección de los medios más seguros para agradar a Dios y merecer el cielo; la Fortaleza, que nos ayude a soportar las cruces de la vida y a superar los obstáculos que se opongan a nuestra salvación; la Ciencia, que da el conocimiento de Dios y de nosotros mismos y que los Santos poseyeron; la Piedad, que hace dulce y agradable tu servicio; el temor reverente para con Dios y sus mandamientos y que conduce a evitar todo aquello que pueda desagradarle y ofenderle. Te suplicámos, en fin, o dulce y amable Señor, que dejes impresa en nuestras almas la señal de tus verdaderos seguidores y un ardiente deseo de amarte sobre todas las cosas. Amén.



 


Himno al Espíritu Santo



Espíritu Santo, ven aquí,

Espíritu Santo, ven a mí.

Quiero vivir, quiero ser feliz

Con tu poder dentro de mí.

Ahora sé lo que es vivir,

Puedo reír, puedo cantar.

Ahora sé que yo puedo amar,

Con tu poder dentro de mí.

Hermano, ¿Quieres vivir

La gloria del Señor?

Acepta pues esta bendición

Que será tu salvación


O


Alúmbranos, Espíritu divino,

Inflámanos con tu encendido amor.

De la virtud muéstranos el camino

Y enséñanos a orar con gran fervor.

Recíbenos, Espíritu divino

Y ábrenos a tu inspiración.


miércoles, 31 de mayo de 2017

Novena al Espíritu Santo (Día 7)


“Todos ellos (los Apóstoles) perseveraban en la oración y con un mismo espíritu, en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos.” (Hechos 1, 14).

Así se describe la primera novena en la historia de la Iglesia. Después de nueve días – desde la Ascensión del Señor hasta el primer Pentecostés – el Espíritu Santo descendió sobre los participantes. Resulta que hasta la fecha, la Iglesia recomienda la novena del Espíritu Santo, como la preparación ideal para Pentecostés.



El orden de la novena sera el siguiente:

  • Señal de la Cruz
  • Acto de Consagración al Espíritu Santo
  • Lectura bíblica
  • Consideración para el día correspondiente
  • Antífona, versículo y oración particular
  • Oración para implorar los Dones del Espíritu Santo
  • Himno al Espíritu Santo




DÍA 7



Señal de la Cruz


Acto de Consagración al Espíritu Santo


¡Oh Santo Espíritu, Espíritu Divino de luz y de amor! Yo te consagro mi inteligencia, corazón y voluntad, para el tiempo y para la eternidad. Que mi entendimiento sea siempre dócil a tus divinas inspiraciones y a las enseñanzas de la Santa Iglesia Católica, de la cual eres Tú su guía infalible; que mi corazón esté siempre inflamado en el amor de Dios y del prójimo; que mi voluntad se conforme siempre con la divina Voluntad; que toda mi vida sea imitación plenamente fiel de la vida y virtudes de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, a quien, en el Padre y contigo, Espíritu Divino, sea honor y gloria por los signos de los siglos.



El Espíritu Santo Nos Infunde Valor

 

Lectura del Evangelio de San Juan (16, 33): “Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo.”



Consideración para este día:


La cobardía de muchos cristianos en las luchas de la vida es hoy un defecto triste y por demás frecuente.

Quien deliberadamente y con libre voluntad realiza acciones que contradicen las disposiciones de Dios, ¿qué otra cosa hace, en realidad, sino obrar cobardemente? La práctica de actos virtuosos y conformes con los deseos de Cristo exige no pocas veces tener ánimo bien valiente y siempre dispuesto para aguantar el sacrificio.

Los seguidores de Jesús deben soportar con resignación los padecimientos de la vida, deben amar a sus propios enemigos y sobreponerse a las burlas y desprecios de los mundanos. Pero…!Cuántas veces se omite el bien por temer al qué dirán! ¡Cuántas otras nos asusta el esfuerzo que reclaman los deberes de religión, profesión y estado…!

¿Y no te asusta, oh cristiano, la ofensa inaudita que infieres a tu Dios y Señor cuanto le pospones a las criaturas cuando temes más a tus semejantes que al justo juicio del Juez de vivos y muertos?

Con temor y temblor se ha de obrar en la vida; pero con temor santo que se sostiene en el amor que lleva a Cristo; no en el temor que retrae e incapacita en el servicio del Señor.

Las almas convertidas por la gracia en “moradas del Espíritu Santo”, llevan dentro de sí mismas al que es la fuente de toda fortaleza y valor. Si tienen fe viva; si de verdad aman a Dios y temen ofenderle… en esta Fuente hallarán la fuerza con que oponerse a las sugerencias del demonio, y al ímpetu de las pasiones: “En Dios he esperado y no temeré nada de lo que pueda hacerme el hombre”.

El fuego del amor divino, traído por el Espíritu Santo a las almas sus amigas, hace palidecer el brillo de las cosas y destruye todo temor por as amenazas de los hombres.




Antífona: Ven, Espíritu Santo, llena los corazones del tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.

Versículo: Envía tu Espíritu y serán creados. Y renovarás la faz de la tierra.


Rogámoste, Señor que la gracia del Espíritu Santo ilumine nuestros corazones, y les fortalezca abundantemente con la dulzura de la caridad perfecta. Por Cristo nuestro Señor. Amén.


Oración para Implorar los Dones


Señor mío Jesucristo, que antes de ascender a los cielos, prometiste a tus apóstoles y discípulos enviar el Espíritu Santo para fijar en sus almas tu obra divina y redentora, te suplicamos: nos envíes a nosotros el mismo Santo Espíritu para que complete en las nuestras la obra de tu gracias y de tu amor. Desciendan copiosos a nosotros sus dones celestiales: la Sabiduría, para despreciar las cosas perecederas del mundo y sólo anhelar las eternas; el Entendimiento, que ilumine nuestras mentes con la luz de las verdades; el Consejo, que nos dé acierto en la elección de los medios más seguros para agradar a Dios y merecer el cielo; la Fortaleza, que nos ayude a soportar las cruces de la vida y a superar los obstáculos que se opongan a nuestra salvación; la Ciencia, que da el conocimiento de Dios y de nosotros mismos y que los Santos poseyeron; la Piedad, que hace dulce y agradable tu servicio; el temor reverente para con Dios y sus mandamientos y que conduce a evitar todo aquello que pueda desagradarle y ofenderle. Te suplicámos, en fin, o dulce y amable Señor, que dejes impresa en nuestras almas la señal de tus verdaderos seguidores y un ardiente deseo de amarte sobre todas las cosas. Amén.




Himno al Espíritu Santo


Espíritu Santo, ven aquí,

Espíritu Santo, ven a mí.

Quiero vivir, quiero ser feliz

Con tu poder dentro de mí.

Ahora sé lo que es vivir,

Puedo reír, puedo cantar.

Ahora sé que yo puedo amar,

Con tu poder dentro de mí.

Hermano, ¿Quieres vivir

La gloria del Señor?

Acepta pues esta bendición

Que será tu salvación


O


Alúmbranos, Espíritu divino,

Inflámanos con tu encendido amor.

De la virtud muéstranos el camino

Y enséñanos a orar con gran fervor.

Recíbenos, Espíritu divino

Y ábrenos a tu inspiración.


Novena al Espíritu Santo (Día 6)


“Todos ellos (los Apóstoles) perseveraban en la oración y con un mismo espíritu, en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos.” (Hechos 1, 14).

Así se describe la primera novena en la historia de la Iglesia. Después de nueve días – desde la Ascensión del Señor hasta el primer Pentecostés – el Espíritu Santo descendió sobre los participantes. Resulta que hasta la fecha, la Iglesia recomienda la novena del Espíritu Santo, como la preparación ideal para Pentecostés.



El orden de la novena sera el siguiente:

  • Señal de la Cruz
  • Acto de Consagración al Espíritu Santo
  • Lectura bíblica
  • Consideración para el día correspondiente
  • Antífona, versículo y oración particular
  • Oración para implorar los Dones del Espíritu Santo
  • Himno al Espíritu Santo




DÍA 6



Señal de la Cruz


Acto de Consagración al Espíritu Santo


¡Oh Santo Espíritu, Espíritu Divino de luz y de amor! Yo te consagro mi inteligencia, corazón y voluntad, para el tiempo y para la eternidad. Que mi entendimiento sea siempre dócil a tus divinas inspiraciones y a las enseñanzas de la Santa Iglesia Católica, de la cual eres Tú su guía infalible; que mi corazón esté siempre inflamado en el amor de Dios y del prójimo; que mi voluntad se conforme siempre con la divina Voluntad; que toda mi vida sea imitación plenamente fiel de la vida y virtudes de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, a quien, en el Padre y contigo, Espíritu Divino, sea honor y gloria por los signos de los siglos.


 

 

El Espíritu Santo Es Nuestra Fortaleza


Lectura del Evangelio de San Juan (16:7–8): “Sin embargo, o digo la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito. En cambio, si me voy, os lo enviaré. Y, cuando venga, dejará convicto al mundo acerca de un pecado, de una justicia y de una condena.”



Consideración para este día:


Es patrimonio de las almas auténticamente religiosas y sinceras, el reconocer la nada del hombre, su limitado poder, así como lo costoso y difícil del deber de salvarse.

¡Qué poca cosa es el hombre y cuán numerosos los males y miserias que ha de soportar en su breve estancia sobre la tierra! Es disposición del Dios altísimo, que mientras dure nuestro tiempo de peregrinación en el mundo, trabajemos con ardor de la virtud en el importante negocio de nuestra salvación.

Las almas santas son templo del Dios eterno, fabricado mediante la práctica diaria de la virtud y la constante oposición a las sugestiones del pecado.

Grandes y penosos los trabajos que realiza el hombre para ganar el sustento de cada día. El asegurar los goces del cielo, conlleva sacrificios y penalidades sin cuento. Por el pecado de origen, en el que incurrimos los hombres, cargamos ahora con el resultado del desvío de la naturaleza inclinada al mal; con la rebelión de las pasiones; con los ataques del enemigo de las almas interesado en perderlas.

La bondad infinita de Dios no nos ha abandonado. Disposición sapientísima suya es que recurramos a su auxilio divino en todas las necesidades y desfallecimientos. Sin esta, Su ayuda Divina, trabajaríamos en vano. “Si el Señor no construye el edificio, en vano se fatigan los obreros”, (Sal. 127, 1).

La operación de Dios en la santificación de las almas es llevada a cabo mediante la actuación de su Espíritu Santo. Si le prestamos cooperación incondicional, no dudemos que podremos realizar obras grandiosas y divinas. Con Dios, con su gracias, nada hay demasiado difícil, nada insuperable: “Todo lo puedo en Aquel que me fortalece.” (Fil.4, 13)

Así pues, cuando te sientas desalentado, si te molestan las pasiones, cuando el enemigo sugiera el pecado, no desfallezcas. Recurre a tu Señor y pídele que te inflame con el fuego del Espíritu Santo.




Antífona: Ven, Espíritu Santo, llena los corazones del tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.


Versículo: Envía tu Espíritu y serán creados. Y renovarás la faz de la tierra.


Rogámoste, Señor, que el Espíritu Santo nos inflame con el fuego que Nuestro Señor Jesucristo trajo a la tierra para que ardiera intensamente,

Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

 

 

Oración para Implorar los Dones


Señor mío Jesucristo, que antes de ascender a los cielos, prometiste a tus apóstoles y discípulos enviar el Espíritu Santo para fijar en sus almas tu obra divina y redentora, te suplicamos: nos envíes a nosotros el mismo Santo Espíritu para que complete en las nuestras la obra de tu gracias y de tu amor. Desciendan copiosos a nosotros sus dones celestiales: la Sabiduría, para despreciar las cosas perecederas del mundo y sólo anhelar las eternas; el Entendimiento, que ilumine nuestras mentes con la luz de las verdades; el Consejo, que nos dé acierto en la elección de los medios más seguros para agradar a Dios y merecer el cielo; la Fortaleza, que nos ayude a soportar las cruces de la vida y a superar los obstáculos que se opongan a nuestra salvación; la Ciencia, que da el conocimiento de Dios y de nosotros mismos y que los Santos poseyeron; la Piedad, que hace dulce y agradable tu servicio; el temor reverente para con Dios y sus mandamientos y que conduce a evitar todo aquello que pueda desagradarle y ofenderle. Te suplicámos, en fin, o dulce y amable Señor, que dejes impresa en nuestras almas la señal de tus verdaderos seguidores y un ardiente deseo de amarte sobre todas las cosas. Amén.




Himno al Espíritu Santo


Espíritu Santo, ven aquí,

Espíritu Santo, ven a mí.

Quiero vivir, quiero ser feliz

Con tu poder dentro de mí.

Ahora sé lo que es vivir,

Puedo reír, puedo cantar.

Ahora sé que yo puedo amar,

Con tu poder dentro de mí.

Hermano, ¿Quieres vivir

La gloria del Señor?

Acepta pues esta bendición

Que será tu salvación


O


Alúmbranos, Espíritu divino,

Inflámanos con tu encendido amor.

De la virtud muéstranos el camino

Y enséñanos a orar con gran fervor.

Recíbenos, Espíritu divino

Y ábrenos a tu inspiración.


lunes, 29 de mayo de 2017

Novena al Espíritu Santo (Día 5)


“Todos ellos (los Apóstoles) perseveraban en la oración y con un mismo espíritu, en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos.” (Hechos 1, 14).

Así se describe la primera novena en la historia de la Iglesia. Después de nueve días – desde la Ascensión del Señor hasta el primer Pentecostés – el Espíritu Santo descendió sobre los participantes. Resulta que hasta la fecha, la Iglesia recomienda la novena del Espíritu Santo, como la preparación ideal para Pentecostés.



El orden de la novena sera el siguiente:

  • Señal de la Cruz
  • Acto de Consagración al Espíritu Santo
  • Lectura bíblica
  • Consideración para el día correspondiente
  • Antífona, versículo y oración particular
  • Oración para implorar los Dones del Espíritu Santo
  • Himno al Espíritu Santo




DÍA 5



Señal de la Cruz


Acto de Consagración al Espíritu Santo


¡Oh Santo Espíritu, Espíritu Divino de luz y de amor! Yo te consagro mi inteligencia, corazón y voluntad, para el tiempo y para la eternidad. Que mi entendimiento sea siempre dócil a tus divinas inspiraciones y a las enseñanzas de la Santa Iglesia Católica, de la cual eres Tú su guía infalible; que mi corazón esté siempre inflamado en el amor de Dios y del prójimo; que mi voluntad se conforme siempre con la divina Voluntad; que toda mi vida sea imitación plenamente fiel de la vida y virtudes de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, a quien, en el Padre y contigo, Espíritu Divino, sea honor y gloria por los signos de los siglos.




El Espíritu Santo Nos Hace Libres


Lectura de la carta de San Pablo a los Romanos (8:26-27): “Del mismo modo, el Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues nosotros no sabemos pedir como conviene; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que escruta los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios.”




Consideración para este día:


El engaño con que el demonio hizo víctimas a Adán y Eva convirtió a sus descendientes en esclavo de aquél.

El mundo trata a menudo de engañarnos con sus máximas y de enredarnos en sus lazos. Es la mentira una de las más fuertes cadenas con que el maligno intenta atar al hombre; de ella se sirve para despertar en nosotros la afición desmedida y exclusiva por las cosas temporales, las que presenta como única razón de la vida en la tierra. Pero, ellas ni son siempre nuestras, ni podrán nunca dar satisfacción completa y duradera. Es, pues, la mentira, la que esclaviza en el pecado, despojándonos de la herencia del cielo a la que hemos sido llamados. “El que comete pecado, esclavo es del pecado,” (Juan 8, 34).

Por el contrario, es la verdad de Cristo la que libera las almas y emancipa los corazones. Cuando a nuestras almas descienda el Espíritu de Dios descubriremos los engaños del maligno y podremos destruir las ataduras de la carne que a él nos esclavizan. “Donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad.” (2 Cor. 3, 17).

Con la influencia benéfica de este Santo Espíritu recorreremos los caminos del Señor; observaremos sus mandatos y escalaremos al fin los pináculos de la perfección cristiana, para respirar el aire puro y santo de la libertad y de la gloria de los bienaventurados.



Antífona: Ven, Espíritu Santo, llena los cora-zones del tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.

Versículo: Envía tu Espíritu y serán creados. Y renovarás la faz de la tierra.

Rogámoste, Señor, nos concedas que el Espíritu Santo sane las heridad de nuestras almas mediante la recepción de los santos sacramentos. Por Cristo Señor nuestro. Amén.

 

Oración para Implorar los Dones


Señor mío Jesucristo, que antes de ascender a los cielos, prometiste a tus apóstoles y discípulos enviar el Espíritu Santo para fijar en sus almas tu obra divina y redentora, te suplicamos: nos envíes a nosotros el mismo Santo Espíritu para que complete en las nuestras la obra de tu gracias y de tu amor. Desciendan copiosos a nosotros sus dones celestiales: la Sabiduría, para despreciar las cosas perecederas del mundo y sólo anhelar las eternas; el Entendimiento, que ilumine nuestras mentes con la luz de las verdades; el Consejo, que nos dé acierto en la elección de los medios más seguros para agradar a Dios y merecer el cielo; la Fortaleza, que nos ayude a soportar las cruces de la vida y a superar los obstáculos que se opongan a nuestra salvación; la Ciencia, que da el conocimiento de Dios y de nosotros mismos y que los Santos poseyeron; la Piedad, que hace dulce y agradable tu servicio; el temor reverente para con Dios y sus mandamientos y que conduce a evitar todo aquello que pueda desagradarle y ofenderle. Te suplicámos, en fin, o dulce y amable Señor, que dejes impresa en nuestras almas la señal de tus verdaderos seguidores y un ardiente deseo de amarte sobre todas las cosas. Amén.



Himno al Espíritu Santo


Espíritu Santo, ven aquí,

Espíritu Santo, ven a mí.

Quiero vivir, quiero ser feliz

Con tu poder dentro de mí.

Ahora sé lo que es vivir,

Puedo reír, puedo cantar.

Ahora sé que yo puedo amar,

Con tu poder dentro de mí.

Hermano, ¿Quieres vivir

La gloria del Señor?

Acepta pues esta bendición

Que será tu salvación


O


Alúmbranos, Espíritu divino,

Inflámanos con tu encendido amor.

De la virtud muéstranos el camino

Y enséñanos a orar con gran fervor.

Recíbenos, Espíritu divino

Y ábrenos a tu inspiración.