viernes, 25 de diciembre de 2009

NATIVIDAD DEL SEÑOR

25 DICIEMBRE DE 2009

Viernes. Cuarta Semana.
SOLEMNIDAD.
NATIVIDAD DEL SEÑOR

Invitatorio

Introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana.

V/. Señor, ábreme los labios.
R/. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Antífona: A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.

Salmo 99

Alegría de los que entran en el templo
El Señor manda que los redimidos
entonen un himno de victoria. (S. Atanasio)
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona: A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.



Laudes

(Natividad del Señor)

HIMNO

Hermanos, Dios ha nacido
sobre un pesebre. Aleluya.
Hermanos, cantad conmigo:
«Gloria a Dios en las alturas.»
Desde su cielo ha traído
mil alas hasta su cuna.
Hermanos, cantad conmigo:
«Gloria a Dios en las alturas.»
Hoy mueren todos los odios
y renacen las ternuras.
Hermanos, cantad conmigo:
«Gloria a Dios en las alturas.»
El corazón más perdido
ya sabe que alguien le busca.
Hermanos, cantad conmigo:
«Gloria a Dios en las alturas.»
El cielo ya no está solo,
la tierra ya no está a oscuras.
Hermanos, cantad conmigo:
«Gloria a Dios en las alturas.» Amén.

Antífona 1: «¿A quién habéis visto, pastores? Hablad, contádnoslo. ¿Quién se ha aparecido en la tierra?» «Hemos visto al recién nacido y a los coros de ángeles alabando al Señor.» Aleluya.


Salmo 62, 2-9

El alma sedienta de Dios
Madruga por Dios
todo el que rechaza
las obras de las tinieblas.
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: «¿A quién habéis visto, pastores? Hablad, contádnoslo. ¿Quién se ha aparecido en la tierra?» «Hemos visto al recién nacido y a los coros de ángeles alabando al Señor.» Aleluya.

Antífona 2: El ángel dijo a los pastores: «Os anuncio una gran alegría: hoy os ha nacido el Salvador del mundo.» Aleluya.

Cántico: Dn 3,57-88.56

Toda la creación alabe al Señor
Alabad al Señor,
sus siervos todos.


(Ap 19,5)

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor;
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Al final de este cántico no se dice Gloria al Padre.

Antífona 2: El ángel dijo a los pastores: «Os anuncio una gran alegría: hoy os ha nacido el Salvador del mundo.» Aleluya.



Antífona 3: Hoy nos ha nacido un niño que se llamará Dios fuerte. Aleluya.

Salmo 149

Alegría de los santos
Los hijos de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios,
se alegran por su Rey, Cristo, el Señor. (Hesiquio)
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Hoy nos ha nacido un niño que se llamará Dios fuerte. Aleluya.


LECTURA BREVE

En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado
heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo. (Hb 1,1-2)

RESPONSORIO BREVE

V/. El Señor ha revelado; Aleluya, aleluya.
R/. El Señor ha revelado; Aleluya, aleluya.
V/. Su salvación.
R/. Aleluya, aleluya.
V/. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R/. El Señor ha revelado; Aleluya, aleluya.


Benedictus, ant.: Gloria a Dios en el Cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Aleluya.


Benedictus, Lc 1, 68-79


El Mesías y su precursor
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.


Benedictus, ant.: Gloria a Dios en el Cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Aleluya.


PRECES

Glorifiquemos a Cristo, Palabra eterna del Padre, engendrado antes de los siglos y nacido por nosotros en el tiempo, y aclamémosle, diciendo:

Que se goce la tierra, Señor, ante tu venida.
Cristo, Palabra eterna, que al venir al mundo anunciaste la alegría a la tierra,
— alegra nuestros corazones con la gracia de tu visita.

Salvador del mundo, que con tu nacimiento nos has revelado la fidelidad de Dios,
— haz que nosotros seamos también fieles a las promesas de nuestro bautismo.

Rey del cielo y de la tierra, que por tus ángeles anunciaste la paz a los hombres,
— conserva nuestras vidas en tu paz.

Señor, tú que viniste para ser la vid verdadera que nos diera el fruto de vida,
— haz que permanezcamos siempre en ti y demos fruto abundante.

Ya que deseamos que la luz de Cristo ilumine a todos los hombres, pidamos al Padre que a todos llegue el reino de su Hijo:


Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

Oración

Concede, Señor todopoderoso, a los que vivimos inmersos en la luz de tu Palabra hecha carne, que resplandezca en nuestras obras la fe que haces brillar en nuestro espíritu.
—Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

R/. Amén.



CONCLUSIÓN


Por ministro ordenado:

V/. El Señor esté con vosotros.
R/. Y con tu espíritu.

V/. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodie vuestros corazones y vuestros pensamientos en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.

V/. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
R/. Amén.

Si se despide a la asamblea, se añade:

V/. Podéis ir en paz.
R/. Demos gracias a Dios.

Si no es ministro ordenado y en la recitación individual:

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.






Vísperas II

(Natividad del Señor)

V/. Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.



HIMNO

Te diré mi amor, Rey mío,
en la quietud de la tarde,
cuando se cierran los ojos
y los corazones se abren.
Te diré mi amor, Rey mío,
con una mirada suave,
te lo diré contemplando
tu cuerpo que en pajas yace.
Te diré mi amor, Rey mío,
adorándote en la carne,
te lo diré con mis besos,
quizá con gotas de sangre.
Te diré mi amor, Rey mío,
con los hombres y los ángeles,
con el aliento del cielo
que espiran los animales.
Te diré mi amor, Rey mío,
con el amor de tu Madre,
con los labios de tu Esposa
y con la fe de tus mártires.
Te diré mi amor, Rey mío,
¡oh Dios del amor más grande!
¡Bendito en la Trinidad,
que has venido a nuestro valle! Amén.


SALMODIA


Antífona 1: Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.

Salmo 109, 1-5.7

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.



Antífona 2: Del Señor viene la misericordia y la redención copiosa.
Salmo 129
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y Él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Del Señor viene la misericordia y la redención copiosa.



Antífona 3: En el principio, antes de los siglos, la Palabra era Dios, y hoy esta Palabra ha nacido como Salvador del mundo.

Cántico (Col 1,12-20)

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: En el principio, antes de los siglos, la Palabra era Dios, y hoy esta Palabra ha nacido como Salvador del mundo.



LECTURA BREVE

Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida (pues la vida se hizo visible), nosotros la hemos visto, os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis unidos con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo. (1Jn 1,1-3)


RESPONSORIO BREVE

V/. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
R/. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.

V/. Y acampó entre nosotros.
R/. Aleluya, aleluya.

V/. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R/. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.



Magníficat, ant.: Hoy ha nacido Jesucristo; hoy ha aparecido el Salvador; hoy en la tierra cantan los ángeles, se alegran los
arcángeles; hoy saltan de gozo los justos, diciendo: «Gloria a Dios en el cielo.» Aleluya.


Magníficat, Lc 1, 46-55

Alegría del alma en el Señor
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.



Magníficat, ant.: Hoy ha nacido Jesucristo; hoy ha aparecido el Salvador; hoy en la tierra cantan los ángeles, se alegran los arcángeles; hoy saltan de gozo los justos, diciendo: «Gloria a Dios en el cielo.» Aleluya.


PRECES

Aclamemos alegres a Cristo, ante cuyo nacimiento los ángeles anunciaron la paz a la tierra, y supliquémosle, diciendo:

Que tu nacimiento, Señor, traiga la paz a todos los hombres.
Tú que con el misterio de Navidad consuelas a la Iglesia,
—cólmala también de todos tus bienes.

Tú que has venido como pastor supremo y guardián de nuestras vidas,
— haz que el papa y todos los obispos sean buenos administradores de la múltiple gracia de Dios.

Rey de la eternidad, que al nacer quisiste experimentar las limitaciones humanas sometiéndote a la brevedad de una vida como la nuestra,
— haz que nosotros, que somos caducos y mortales, participemos de tu vida eterna.

Tú que, esperado durante largos siglos, viniste en el momento culminante de la historia,
— manifiesta tu presencia a los que aún te están esperando.

Tú que, hecho carne, restauraste la naturaleza humana corrompida por la muerte,
— concede la plena salvación a los difuntos.

Unidos fraternalmente como hermanos de una misma familia, invoquemos al Padre común:


Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.



Oración

Oh Dios, que de modo admirable has creado al hombre a tu imagen y semejanza, y de un modo más admirable todavía restableciste su dignidad por Jesucristo, concédenos compartir la vida divina de aquel que hoy se ha dignado compartir con el hombre la condición humana.
—Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
R/. Amén.


CONCLUSIÓN

Por ministro ordenado:
V/. El Señor esté con vosotros.
R/. Y con tu espíritu.

V/. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodie vuestros corazones y vuestros pensamientos en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.

V/. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
R/. Amén.

Si se despide a la asamblea, se añade:

V/. Podéis ir en paz.
R/. Demos gracias a Dios.



Si no es ministro ordenado y en la recitación individual:

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.







Completas (D. II)

V/. Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.



EXAMEN DE CONCIENCIA


Hermanos: Llegados al fin de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos humildemente nuestros pecados.

Tras el silencio se continúa con una de las siguientes fórmulas:


1ª.-
Yo confieso ante Dios Todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos
y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.


2ª.-
V/. Señor, ten misericordia de nosotros.
R/. Porque hemos pecado contra ti.
V/. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R/. Y danos tu salvación.


3ª.-
V/. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos:
Señor, ten piedad.
R/. Señor, ten piedad.

V/. Tú que has venido a llamar a los pecadores:
Cristo, ten piedad.
R/. Cristo, ten piedad.

V/. Tú que estás sentado a la derecha del Padre
para interceder por nosotros: Señor, ten piedad.
R/. Señor, ten piedad.

Se concluye diciendo:

V/. Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.



HIMNO


Gracias, porque al fin del día
podemos agradecerte
los méritos de tu muerte
y el pan de la Eucaristía,
la plenitud de alegría
de haber vivido tu alianza,
la fe, el amor, la esperanza
y esta bondad de tu empeño
de convertir nuestro sueño
en una humilde alabanza.
Gloria al Padre, gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.


SALMODIA

Antífona: Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.


Salmo 90

A la sombra del Omnipotente
Os he dado potestad para pisotear
serpientes y escorpiones. (Lc 10,19)

Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío,
Dios mío, confío en ti.»
Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su brazo es escudo y armadura.
No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.
Caerán a tu izquierda mil,
diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.
Nada más mirar con tus ojos,
verás la paga de los malvados,
porque hiciste del Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo por defensa.
No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos;
te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.
«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré,
lo saciaré de largos días
y le haré ver mi salvación.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona: Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.




LECTURA BREVE

Verán al Señor cara a cara y llevarán su nombre en la frente. Ya no habrá más noche, ni necesitarán luz de lámpara o del sol, porque el Señor Dios irradiará luz sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos. (Ap 22,4-5)

RESPONSORIO BREVE

V/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V/. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R/. Encomiendo mi espíritu.

V/. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.



CÁNTICO EVANGÉLICO


Antífona: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos para que velemos con Cristo y descansemos en paz.


Nunc dimittis, Lc 2, 29-32

Cristo, luz de las naciones y gloria de Israel
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador.
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.


Antífona: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

V./ Oremos:

Oración

Visita, Señor, esta habitación: aleja de ella las insidias del enemigo; que tus santos ángeles habiten en ella y nos guarden en paz, y que tu bendición permanezca siempre con nosotros. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.

El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una muerte santa.


Antífona final a la Santísima Virgen María

Madre del Redentor, virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza
y quiere levantarse.
Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.
Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.

viernes, 17 de julio de 2009




María Magdalena, te pido me ayudes a reconocer a Cristo en mi vida evitando las ocasiones de pecado. Ayúdame a lograr una verdadera conversión de corazón para que pueda demostrar con obras, mi amor a Dios. Amén.

Señor Jesús, que consolaste las lágrimas de María Magdalena junto al sepulcro abierto, te rogamos que tu Iglesia aumente su fe en el misterio de tu resurrección y corra a proclamar la gloria de tu vida a todas las regiones de la tierra y a todos los pueblos. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

ORACIÓN PARA LA SANACIÓN DEL ALMA


PADRE DE BONDAD, PADRE DE AMOR, TE BENDIGO, TE ALABO Y TE DOY GRACIAS PORQUE POR AMOR NOS DISTE A JESÚS.
GRACIAS PADRE PORQUE A LA LUZ DE TU ESPÍRITU COMPRENDEMOS QUE EL ES LA LUZ, LA VERDAD Y EL BUEN PASTOR QUE HA VENIDO PARA QUE TENGAMOS VIDA Y LA TENGAMOS EN ABUNDANCIA.
HOY PADRE ME QUIERO PRESENTAR DELANTE DE TI, COMO TU HIJO, TU ME CONOCES POR MI NOMBRE, PON TU OJOS DE PADRE AMOROSO EN MI VIDA. TU CONOCES MI CORAZÓN Y CONOCES LAS HERIDAS DE MI HISTORIA. TU CONOCES TODO LO QUE HE QUERIDO HACER Y NO HE HECHO, CONOCES TAMBIÉN LO QUE HICE O ME HICIERON LASTIMÁNDOME. TU CONOCES MIS LIMITACIONES, ERRORES, Y PECADOS; CONOCES LOS TRAUMAS Y COMPLEJOS DE MI VIDA.
HOY PADRE TE PIDO QUE POR EL AMOR QUE LE TIENES A TU HIJO JESUCRISTO DERRAMES TU SANTO ESPIRITU SOBRE MI, PARA QUE EL CALOR DE TU AMOR SANADOR PENETRE EN LO MAS ÍNTIMO DE MI CORAZÓN.
TU QUE SANAS LOS CORAZONES DESTROZADOS Y VENDAS LAS HERIDAS, SANAME AQUÍ Y AHORA DE MI ALMA, DE MI MENTE, DE MI MEMORIA Y TODO MI INTERIOR. ENTRA EN MI, SEÑOR JESÚS, COMO ENTRASTE EN AQUELLA CASA DONDE ESTABAN TUS DISCÍPULOS LLENOS DE MIEDO, TU TE APARECISTE EN MEDIO DE ELLOS Y LES DIJISTE PAZ A VOSOTROS. ENTRA EN MI CORAZÓN Y DAME TU PAZ.
LLENAME DE AMOR, SABEMOS QUE EL AMOR HECHA FUERA EL TEMOR, PASA POR MI VIDA Y SANA Y CAMBIA MI CORAZON Y DAME UN CORAZON GENEROSO, UN CORAZON AMABLE, UN CORAZON BONDADOSO Y DAME UN CORAZON NUEVO.
HAZ BROTAR EN MI LOS FRUTOS DE TU PRESENCIA, DAME EL FRUTO DE TU ESPIRITU QUE ES AMOR, PAZ Y ALEGRIA. HAZ QUE VENGA SOBRE MI EL ESPIRITU DE LAS BIENAVENTURANZAS PARA QUE PUEDA SABOREAR Y BUSCAR A DIOS CADA DIA, VIVIENDO SIN COMPLEJOS NI TRAUMAS JUNTO A LOS DEMAS, JUNTO A MI FAMILIA, JUNTO A MIS HERMANOS.
TE DOY GRACIAS PADRE POR LO QUE ESTAS HACIENDO HOY EN MI VIDA, TE DOY GRACIAS DE TODO CORAZÓN, PORQUE TU ME SANAS, PORQUE TU ME LIBERAS, PORQUE TU ROMPES LAS CADENAS Y ME DAS LIBERTAD. GRACIAS SEÑOR JESÚS, PORQUE SOY TEMPLO DE TU ESPIRITU Y ESTE TEMPLO NO SE PUEDE DESTRUIR PORQUE ES LA CASA DE DIOS. TE DOY GRACIAS ESPIRITU SANTO POR LA FE, GRACIAS POR EL AMOR QUE HAZ PUESTO EN MI CORAZON QUE GRANDE ERES, SEÑOR DIOS BENDITO Y ALABADO SEAS SEÑOR.



martes, 2 de junio de 2009

Oración de Arrepentimiento y Liberación "Que se arrepientan ante Mí con esta palabras"


Señor, me has soportado todos estos años con mis pecados, pero a pesar de ello has tenido compasión de mí. Me he descarriado en todos los aspectos, pero ahora no quiero pecar más. Te he agraviado y he sido injusto. Ya no lo seré nunca más. Renuncio al pecado, renuncio al Demonio, renuncio a la iniquidad que ensucia mi alma. Libera mi alma de todo lo que es contrario a Tu santidad. Te suplico, Señor, que me salves de todo mal. Ven ahora, Jesús. Ven ahora a habitar en mi corazón. Perdóname, Señor, y permíteme descansar en Ti. Porque Tú eres mi Escudo, mi Redentor y mi Luz, y en Ti confío.Desde hoy, Señor, Te bendeciré en todo momento. Repudio el mal y a todos los demás dioses e ídolos, porque Tú eres el Altísimo sobre el mundo entero, trascendiendo de lejos a todos los demás dioses. Con Tu poderoso brazo, sálvame de la mala salud, sálvame de estar cautivo, sálvame de los conflictos y derrota a mi enemigo el Demonio. ¡Ven pronto en mi ayuda, oh Salvador! Amén.

lunes, 25 de mayo de 2009

SÍMBOLO ATANASIANO ( QUICÚMQUE)








El Símbolo Atanasiano fue atribuido a Atanasio de Alejandría (+373> pero muy probablemente es posterior al siglo IV. Escrito en Latín, es un resumen didáctico de la doctrina cristiana y se centra especialmente en el dogma de la Santísima Trinidad. Gozó de gran autoridad en la Iglesia Latina y su uso se extendió rápidamente a todos los ritos de Occidente. Puede rezarse y meditarse una vez al mes, especialmente en el tercer domingo, como signo de adoración y alabanza a la Trinidad Beatísima.








Santa Teresa de Ávila nos cuenta en su autobiografía cómo meditando este símbolo recibió gracias especiales para penetrar en este inefable misterio: "Estando una vez rezando el Quícumque vult -escribe la santa-, se me dio a entender la manera de cómo era un solo Dios y tres personas tan claramente, que yo me espanté y me consolé mucho. Hízome tan grandísimo provecho para conocer más la grandeza de Dios y sus maravillas..."









Ant. Gloria a Ti, Trinidad igual, única Deidad, antes de los siglos, y ahora, y siempre (T.P. Aleluya).

1. Todo el que quiera salvarse,
es preciso ante todo que profese la fe católica:
2. Pues quien no la observe íntegra y sin tacha, sin duda alguna perecerá eternamente.
3, Y ésta es la fe católica:que veneremos a un solo Dios en la Trinidad Santísima y a la Trinidad en la unidad.
4. Sin confundir las personas, ni separar la substancia.
5. Porque una es la persona del Padre,
otra la del Hijo y otra la del Espíritu Santo,
6. Pero el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son una sola divinidad, les corresponde igual gloria y majestad eterna.
7 Cual es el Padre, tal es el Hijo,
tal el Espíritu Santo.
8. Increado el Padre, increado el Hijo, increado el Espíritu Santo.
9. Inmenso el Padre, inmenso el Hijo, inmenso el Espíritu Santo.
10. Eterno el Padre, eterno el Hijo, eterno el Espíritu Santo.
11. Y sin embargo no son tres eternos, sino un solo eterno.
12. De la misma manera, no tres increados, ni tres inmensos,
sino un increado y un inmenso.
13. Igualmente omnipotente el Padre, omnipotente el Hijo, omnipotente el Espíritu Santo.
14. Y, sin embargo, no tres omnipotentes, sino un omnipotente.
15. Del mismo modo, el Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu Santo es Dios.
16. Y, sin embargo, no son tres Dióses, sino un solo Dios.
17. Así el Padre es Señor el Hijo es Señor el Espíritu Santo es Señor.
18. Y, sin embargo, no son tres Señores, sino un solo Señor.
19. Porque así como la verdad cristiana
nos obliga a creer que cada persona es Dios y Señor,
la religión católica nos prohibe
que hablemos de tres Dioses o Señores.
20. El Padre no ha sido hecho por nadie, ni creado, ni engendrado.
21. El Hijo procede solamente del Padre, no hecho, ni creado, sino engendrado.
22. El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, no hecho, ni creado, ni engendrado, sino procedente.
23. Por tanto hay un solo Padre, no tres Padres; un Hijo, no tres Hijos;
un Espíritu Santo, no tres Espíritus Santos.
24.Y en esta Trinidad nada hay anterior o posterior, nada mayor o menor:
pues las tres personas son coeternas e iguales entre sí.
25. De tal manera que, como ya se ha dicho antes, hemos de venerar la unidad en la Trinidad y la Trinidad en la unidad.
26. Por tanto, quien quiera salvarse es necesario que crea estas cosas sobre la Trinidad.
27. Pero para alcanzar la salvación eterna es preciso también creer firmemente en la Encarnación de Nuestro Señor Jesucristo.
28. La fe verdadera consiste en que creamos y confesemos que Nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, es Dios y Hombre.
29. Es Dios, engendrado de la misma substancia que el Padre, antes del tiempo;y hombre engendrado de la substancia de su Madre Santísima en el tiempo.
30. Perfecto Dios y perfecto hombre:
que subsiste con alma racional y carne humana.
31.Es igual al Padre según la divinidad; menor que el Padre según la humanidad.
32. El cual, aunque es Dios y hombre,
no son dos cristos, sino un solo Cristo.
33. Uno, no por conversión de la divinidad en cuerpo sino por asunción de la humanidad en Dios.
34. Uno absolutamente, no por confusión de substancia, sino en la unidad de la persona.
35. Pues como el alma racional y el cuerpo forman un hombre; así, Cristo es uno, siendo Dios y hombre.
36. Que padeció por nuestra salvación: descendió a los infiernos y al tercer día resucító de entre los muertos.
37. Subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso:
desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
38. Y cuando venga, todos los hombres resucitarán con sus cuerpos, y cada uno rendirá cuentas de sus propios hechos.

39. Y los que hicieron el bien gozarán de vida eterna, pero los que hicieron el mal irán al fuego eterno.
40. Esta es la fe católica,
y quien no la crea fiel y firmemente no se podrá salvar.

Gloria al Padre...

Ant. Gloria a Ti, Trinidad igual, única Deidad, antes de los siglos, y ahora, y siempre (T. P. Aleluya).

V. Señor, escucha mi oración.

R. Y llegue a Ti mi clamor.

Los sacerdotes añaden:

V. El Señor esté con vosotros.

R. Y con tu espíritu.

Oremos.
Oh Dios todopoderoso y eterno, que con la luz de la verdadera fe diste a tus siervos conocer la gloria de la Trinidad eterna, y adorar la Unidad en el poder de tu majestad:
haz, te suplicamos, que, por la firmeza de esa misma fe, seamos defendidos siempre de toda adversidad. Por Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos.

R. Amén.
Ant. Glória tíbí, Trínitas* aequális, una Déitas, et ante ómnia saécula, et nunc, et in perpétuum. (T.P. Allelúia).
1. Quicúmque vult salvus esse, *
ante ómnia opus est, ut téneat cathólicam fidem:
2. Quam nisí quisque íntegram
inviolatámque serváverit, *
absque dúbio in aetérnum peribit.
3. Fides autem cathólica haec est: *
ut unum Deum in Trinitáte,
et Trinitátem in unitáte venerémur.
4- Neque confundéntes persónas, * neque substántiam separántes.
5. Alía est enim persóna Patris ália Fílii, * ália Spíritus Sancti:

6. Sed Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti una est divínitas, *
aequális glóría, coaetérna majéstas.

7. Qualis Pater, talis Fílius, *
talis Spiritus Sanctus.
8. Increátus Pater, increátus Fílius * increátus Spíritus Sanctus.
9. Imménsus Pater, imménsus Fílius, * imménsus Spíritus Sanctus.
10.AEtérnus Pater, aetérnus Fílius, * aetérnus Spíritus Sanctus.
11. Et tamen non tres aetérni, * sed unus aetérnus.
12. Sicut non tres increáti, nec tres imménsi, *
sed unus increátus, et unus imménsus.
13. Simíliter omnípotens Pater, omnípotens Filius, * omnípotens Spíritus Sanctus.
14. Et tamen non tres omnipoténtes, * sed unus omnípotens.
15. Ita Deus Pater, Deus Fílius, * Deus Spíritus Sanctus.
16. Et tamen non tres dii, * sed unus est Deus.
17. Ita Dóminus Pater, Dómínus Fílius, * Dóminus Spíritus Sanctus.
18.Et tamen non tres Dóminí, * sed unus est Dómínus.
19. Quia, sicut singillátim unamquámque persónam Deum ac Dóminum confitéri christiána verítáte compéllimur:
ita tres Deos aut Dóminos dícere cathólica religióne prohibémur.
20. Pater a nullo est factus: * nec creátus, nec génitus.
21. Fílius a Patre solo est: * non factus, nec creátus, sed génitus.
22. Spíritus Sanctus a Patre et Filio: * non factus, nec creátus, nec génítus, sed procédens.
23. Unus ergo Pater, non tres Patres:
unus Fílius, non tres Fílii: *
unus Spíritus Sanctus, non tres Spíritus Sancti.
24. Et in hac Trinitáte nihil prius aut postérius, nihil maius aut minus: * sed totae tres persónae coaetérnae
sibí sunt et coaequáles.
25. Ita ut per ómnia, sícut iam supra dictum est,* et únitas in Trinitáte,
et Trínitas in unitáte veneránda sit.
26. Qui vult ergo salvus esse, * ita de Trinitáte séntiat

27.Sed necessárium est ad aetérnam salútem, * ut incarnatiónem quoque Dómini
nostri lesu Christi fidéliter credat.
28. Est ergo fides recta ut credámus et confiteámur, * quia Dóminus noster Iesus Christus,Dei Fílius, Deus et homo est.
29. Deus est ex substántia Patris
ante saecula génitus: *
et homo est ex substántia matris in saeculo natus.

30. Perféctus Deus, perféctus homo: * ex ánima rationáli et humána carne subsístens.
31. AEquális Patri secúndum divinitátem; * minor Patre secúndum humanitátem.
32. Qui, licet Deus sit et homo, *non duo tamen, sed unus est Chrístus.
33, Unus autem non conversióne divinitátis in carnem, sed assumptióne humanitátis in Deum.
34. Unus omníno, non confusióne substántiae, *
sed unitáte persónae.
35. Nam sicut ánima rationális et caro unus est homo: *
ita Deus et homo unus est Christus.
36. Qui passus est pro salúte nostra; descéndit ad inferos *
tértia die resurréxit a mórtuis.
37. Ascéndit ad caelos, sed et ad déxteram Dei Patris omnipoténtis:*
inde ventúrus est iudicáre vivos et mórtuos.
38. Ad cuius advéntuni omnes hómines resúrgere habent cum corpóribus suis: *
et redditúri sunt de factis própriis ratiónem.
39. Et qui bona egérunt, ibunt in vitam aetérnam:*
qui vero mala, in ignem aetérnum.
41). Haec est fides cathólica,*
quam nisi quisque fidéliter firmitérque credíderit, salvos esse non póterit

Glória Patri

Ant. Glória tibí, Trínitas aequális, una Déitas, et ante ómnia saécula, et nunc, et in perpétuum. (T. P. Allelúia).

V. Dómine, exáudi oratiónem meam.

R. Et clamor meus ad te véniat.
Sacerdotes addunt;

V. Dóminus vobíscum

R. Et cum spíritu tuo.

Orémus.

Omnípotens sempitérne Deus, qui dedísti fámulis tuis, in confessióne verae fídei, aetérnae Trinitátis glóriam agnóscere, et in poténtia maiestátis adoráre unitátem:
quaésumus;
ut eiúsdem fídeí firmitáte, ab ómnibus semper muniámur advérsis. Per Dóminum nostrum Iesum Christum
Fílium tuum; qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti, Deus, per ómnia saécula saeculórum.

R. Amen.

Acción de gracias a la Santísima Trinidad por los sublimes dones y privilegios concedidos a María santísima en su Asunción al cielo.

Adórese al Padre eterno rezando un Padre nuestro, un Ave María y un Gloria al Padre y dígase en seguida:

  • Os adoro, ¡oh Padre eterno!, con toda la corte celestial, por mi Dios y Señor, y os doy infinitas gracias en nombre de la santísima Virgen, vuestra Hija muy amada, por todos los dones y privilegios con que la adornasteis, especialmente por aquel poder con que la enaltecisteis en su gloriosa Asunción a los cielos.
    Adórese al eterno Hijo con un Padre nuestro, Ave María y Gloria al Padre, y dígase en seguida:
  • Os adoro, ¡oh eterno Hijo!, con toda la corte celestial, por mi Dios, Señor y Redentor, y os rindo gracias infinitas en nombre de la santísima Virgen, vuestra muy amada Madre, por todos los dones y privilegios con que la adornasteis, especialmente por aquella suma sabiduría con que la ilustrasteis en su gloriosa Asunción al cielo.
    Adórese al Espíritu Santo con un Padre nuestro, Ave María y Gloria al Padre, y dígase en seguida:
  • Os adoro, Espíritu Santo paráclito, por mi Dios y Señor, y os doy infinitas gracias con toda la corte celestial en nombre de la santísima Virgen, vuestra amantísima Esposa, por todos los dones y privilegios con que la adornasteis, especialmente por aquella perfectísima y divina caridad con que inflamasteis su santísimo y purísimo corazón en el acto de su gloriosísima Asunción al cielo; y humildemente os suplico en nombre de vuestra inmaculada Esposa, me otorguéis la gracia de perdonarme todos los gravísimos pecados que he cometido desde el primer instante en que pude pecar, hasta el presente, de los cuales me duelo infinitamente, con propósito de morir antes de volver mas a ofender a vuestra divina Majestad; y por los altísimos méritos y eficacísima protección de vuestra amantísima Esposa os suplico me concedáis a mí y a (nombre) el preciosísimo don de vuestra gracia y divino amor, otorgándome aquellas luces y particulares auxilios con los cuales vuestra eterna Providencia ha predeterminado salvarme, y conducirme a sí.


    A LA BEATÍSIMA VIRGEN

    Os reconozco y os venero, ¡oh Virgen santísima, Reina de los Cielos, Señora y Patrona del universo!, como a Hija del eterno Padre, Madre de su dilectísimo Hijo, y Esposa amantísima del Espíritu Santo; y postrados a los pies de vuestra gran Majestad con la mayor humildad os suplico por aquella divina caridad, de que fuisteis sumamente llena en vuestra Asunción al cielo, que me hagáis la singular gracia y misericordia de ponerme bajo vuestra segurísima y fidelísima protección, y de recibirme en el número de aquellos felicísimos y afortunados siervos que lleváis esculpidos en vuestro virginal pecho. Dignaos, ¡Oh Madre y Señora mía clementísima!, aceptar mi miserable corazón, mi memoria, mi voluntad, y demás potencias y sentidos míos interiores y exteriores; aceptad mis ojos, mis oídos, mi boca, mis manos y mis pies, regidlos conforme al beneplácito de vuestro Hijo, a fin de que con todos sus movimientos tenga intención de tributaros gloria infinita. Y por aquella sabiduría con que os iluminó vuestro amantísimo Hijo, os ruego y suplico me alcancéis luz y claridad para conocerme bien a mí mismo, mi nada, y particularmente mis pecados, para odiarlos y detestarlos siempre, y alcanzadme además luz para conocer las asechanzas del enemigo infernal y sus combates ocultos y manifiestos. Especialmente, piadosísima Madre mía, os suplico la gracia .......
  • Ofrecimientos:

    Ofrezcamos a la Santísima Trinidad los méritos de Jesucristo en acción de gracias por la preciosísima sangre que Jesús derramó por nosotros en el huerto; y por sus méritos imploremos a su divina Majestad el perdón de nuestros pecados.
    Un Padre nuestro, Ave María y Gloria al Padre.


    Ofrezcamos a la Santísima Trinidad los méritos de Jesucristo en acción de gracias por la preciosísima muerte que padeció por nosotros en la cruz; y por sus méritos imploremos a su divina Majestad la remisión de las penas debidas a nuestros pecados.
    Un Padre nuestro, Ave maría y Gloria al Padre.


    Ofrezcamos a la Santísima Trinidad los méritos de Jesucristo en acción de gracias por la inefable caridad con que bajó del cielo a la tierra a tomar carne humana, y a padecer y morir por nosotros en la cruz y por sus méritos supliquemos a su divina Majestad que después de nuestra muerte conduzca nuestras almas a la gloria celestial.
    Un Padre nuestro, Ave María y Gloria al Padre.