viernes, 26 de mayo de 2017

La Novena al Espíritu Santo (Día 1)

“Todos ellos (los Apóstoles) perseveraban en la oración y con un mismo espíritu, en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos.” (Hechos 1, 14).

Así se describe la primera novena en la historia de la Iglesia. Después de nueve días – desde la Ascensión del Señor hasta el primer Pentecostés – el Espíritu Santo descendió sobre los participantes. Resulta que hasta la fecha, la Iglesia recomienda la novena del Espíritu Santo, como la preparación ideal para Pentecostés.

 

 

El orden de la novena sera el siguiente:

  • Señal de la Cruz
  • Acto de Consagración al Espíritu Santo
  • Lectura bíblica
  • Consideración para el día correspondiente
  • Antífona, versículo y oración particular
  • Oración para implorar los Dones del Espíritu Santo
  • Himno al Espíritu Santo

 

 

 

DÍA 1

Señal de la Cruz

 

Acto de Consagración al Espíritu Santo


¡Oh Santo Espíritu, Espíritu Divino de luz y de amor! Yo te consagro mi inteligencia, corazón y voluntad, para el tiempo y para la eternidad. Que mi entendimiento sea siempre dócil a tus divinas inspiraciones y a las enseñanzas de la Santa Iglesia Católica, de la cual eres Tú su guía infalible; que mi corazón esté siempre inflamado en el amor de Dios y del prójimo; que mi voluntad se conforme siempre con la divina Voluntad; que toda mi vida sea imitación plenamente fiel de la vida y virtudes de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, a quien, en el Padre y contigo, Espíritu Divino, sea honor y gloria por los signos de los siglos.

 

 

El Espíritu Santo Es Fuente de Vida Natural


Lectura del libro de Génesis (1, 1 – 2; 27).

1En el principio creó Dios los cielos y la tierra. 2Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.

3Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. 4Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.

5Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día.

6Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas. 7E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión. Y fue así. 8Y llamó Dios a la expansión Cielos. Y fue la tarde y la mañana el día segundo.

9Dijo también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así. 10Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas llamó Mares. Y vio Dios que era bueno. 11Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así. 12Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno. 13Y fue la tarde y la mañana el día tercero.

14Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años, 15y sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así. 16E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche; hizo también las estrellas. 17Y las puso Dios en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra, 18y para señorear en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno. 19Y fue la tarde y la mañana el día cuarto. 20Dijo Dios: Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos. 21Y creó Dios los grandes monstruos marinos, y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que era bueno. 22Y Dios los bendijo, diciendo: Fructificad y multiplicaos, y llenad las aguas en los mares, y multiplíquense las aves en la tierra. 23Y fue la tarde y la mañana el día quinto. 24Luego dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así. 25E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno.

26Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. 27Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.


Consideración para el primer día:


La solemnidad de Pentecostés, en que recordamos el descenso del Espíritu Santo, sobre los Apóstoles, debe mover a todo auténtico cristiano a reflexionar en las obligaciones que Dios le ha impuesto; reflexionar sobre todo en que atañe a la vida del hombre, estudiándola desde sus comienzo hasta el momento cumbre del juicio final en que el Juez de vivos y muertos cerrará el paréntesis abierto en la creación del primer hombre.

Considera pues, oh cristiano, que muy poco tiempo atrás, no eras, y comenzaste a ser, porque Dios te trajo a este mundo. Si pensaras detenidamente en lo que significa este acto creador de tu Dios - ¡sacarte de la nada y traerte a la vida! – te sentirías sobrecogido e inclinado a rendirle, con más frecuencia, tu tributo de adoración y reconocimiento. Es Él, tu Señor, y Padre.

Antífona: Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.

Versículo: Envía tu Espíritu y serán creados. Y renovarás la faz de la tierra

Te rogamos, Señor, te dignes llenar nuestras mentes con aquel Santo Espíritu en cuya sabiduría fuimos creados y por cuya providencia somos gobernados. Por Cristo nuestro Señor. Amén.



Oración para Implorar los Dones


Señor mío Jesucristo, que antes de ascender a los cielos, prometiste a tus apóstoles y discípulos enviar el Espíritu Santo para fijar en sus almas tu obra divina y redentora, te suplicamos: nos envíes a nosotros el mismo Santo Espíritu para que complete en las nuestras la obra de tu gracias y de tu amor. Desciendan copiosos a nosotros sus dones celestiales: la Sabiduría, para despreciar las cosas perecederas del mundo y sólo anhelar las eternas; el Entendimiento, que ilumine nuestras mentes con la luz de las verdades; el Consejo, que nos dé acierto en la elección de los medios más seguros para agradar a Dios y merecer el cielo; la Fortaleza, que nos ayude a soportar las cruces de la vida y a superar los obstáculos que se opongan a nuestra salvación; la Ciencia, que da el conocimiento de Dios y de nosotros mismos y que los Santos poseyeron; la Piedad, que hace dulce y agradable tu servicio; el temor reverente para con Dios y sus mandamientos y que conduce a evitar todo aquello que pueda desagradarle y ofenderle. Te suplicámos, en fin, o dulce y amable Señor, que dejes impresa en nuestras almas la señal de tus verdaderos seguidores y un ardiente deseo de amarte sobre todas las cosas. Amén.

 

 

 

Himno al Espíritu Santo


Espíritu Santo, ven aquí,

Espíritu Santo, ven a mí.

Quiero vivir, quiero ser feliz

Con tu poder dentro de mí.

Ahora sé lo que es vivir,

Puedo reír, puedo cantar.

Ahora sé que yo puedo amar,

Con tu poder dentro de mí.

Hermano, ¿Quieres vivir

La gloria del Señor?

Acepta pues esta bendición

Que será tu salvación


O


Alúmbranos, Espíritu divino,

Inflámanos con tu encendido amor.

De la virtud muéstranos el camino

Y enséñanos a orar con gran fervor.

Recíbenos, Espíritu divino

Y ábrenos a tu inspiración.