miércoles, 31 de mayo de 2017

Novena al Espíritu Santo (Día 7)


“Todos ellos (los Apóstoles) perseveraban en la oración y con un mismo espíritu, en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos.” (Hechos 1, 14).

Así se describe la primera novena en la historia de la Iglesia. Después de nueve días – desde la Ascensión del Señor hasta el primer Pentecostés – el Espíritu Santo descendió sobre los participantes. Resulta que hasta la fecha, la Iglesia recomienda la novena del Espíritu Santo, como la preparación ideal para Pentecostés.



El orden de la novena sera el siguiente:

  • Señal de la Cruz
  • Acto de Consagración al Espíritu Santo
  • Lectura bíblica
  • Consideración para el día correspondiente
  • Antífona, versículo y oración particular
  • Oración para implorar los Dones del Espíritu Santo
  • Himno al Espíritu Santo




DÍA 7



Señal de la Cruz


Acto de Consagración al Espíritu Santo


¡Oh Santo Espíritu, Espíritu Divino de luz y de amor! Yo te consagro mi inteligencia, corazón y voluntad, para el tiempo y para la eternidad. Que mi entendimiento sea siempre dócil a tus divinas inspiraciones y a las enseñanzas de la Santa Iglesia Católica, de la cual eres Tú su guía infalible; que mi corazón esté siempre inflamado en el amor de Dios y del prójimo; que mi voluntad se conforme siempre con la divina Voluntad; que toda mi vida sea imitación plenamente fiel de la vida y virtudes de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, a quien, en el Padre y contigo, Espíritu Divino, sea honor y gloria por los signos de los siglos.



El Espíritu Santo Nos Infunde Valor

 

Lectura del Evangelio de San Juan (16, 33): “Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo.”



Consideración para este día:


La cobardía de muchos cristianos en las luchas de la vida es hoy un defecto triste y por demás frecuente.

Quien deliberadamente y con libre voluntad realiza acciones que contradicen las disposiciones de Dios, ¿qué otra cosa hace, en realidad, sino obrar cobardemente? La práctica de actos virtuosos y conformes con los deseos de Cristo exige no pocas veces tener ánimo bien valiente y siempre dispuesto para aguantar el sacrificio.

Los seguidores de Jesús deben soportar con resignación los padecimientos de la vida, deben amar a sus propios enemigos y sobreponerse a las burlas y desprecios de los mundanos. Pero…!Cuántas veces se omite el bien por temer al qué dirán! ¡Cuántas otras nos asusta el esfuerzo que reclaman los deberes de religión, profesión y estado…!

¿Y no te asusta, oh cristiano, la ofensa inaudita que infieres a tu Dios y Señor cuanto le pospones a las criaturas cuando temes más a tus semejantes que al justo juicio del Juez de vivos y muertos?

Con temor y temblor se ha de obrar en la vida; pero con temor santo que se sostiene en el amor que lleva a Cristo; no en el temor que retrae e incapacita en el servicio del Señor.

Las almas convertidas por la gracia en “moradas del Espíritu Santo”, llevan dentro de sí mismas al que es la fuente de toda fortaleza y valor. Si tienen fe viva; si de verdad aman a Dios y temen ofenderle… en esta Fuente hallarán la fuerza con que oponerse a las sugerencias del demonio, y al ímpetu de las pasiones: “En Dios he esperado y no temeré nada de lo que pueda hacerme el hombre”.

El fuego del amor divino, traído por el Espíritu Santo a las almas sus amigas, hace palidecer el brillo de las cosas y destruye todo temor por as amenazas de los hombres.




Antífona: Ven, Espíritu Santo, llena los corazones del tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.

Versículo: Envía tu Espíritu y serán creados. Y renovarás la faz de la tierra.


Rogámoste, Señor que la gracia del Espíritu Santo ilumine nuestros corazones, y les fortalezca abundantemente con la dulzura de la caridad perfecta. Por Cristo nuestro Señor. Amén.


Oración para Implorar los Dones


Señor mío Jesucristo, que antes de ascender a los cielos, prometiste a tus apóstoles y discípulos enviar el Espíritu Santo para fijar en sus almas tu obra divina y redentora, te suplicamos: nos envíes a nosotros el mismo Santo Espíritu para que complete en las nuestras la obra de tu gracias y de tu amor. Desciendan copiosos a nosotros sus dones celestiales: la Sabiduría, para despreciar las cosas perecederas del mundo y sólo anhelar las eternas; el Entendimiento, que ilumine nuestras mentes con la luz de las verdades; el Consejo, que nos dé acierto en la elección de los medios más seguros para agradar a Dios y merecer el cielo; la Fortaleza, que nos ayude a soportar las cruces de la vida y a superar los obstáculos que se opongan a nuestra salvación; la Ciencia, que da el conocimiento de Dios y de nosotros mismos y que los Santos poseyeron; la Piedad, que hace dulce y agradable tu servicio; el temor reverente para con Dios y sus mandamientos y que conduce a evitar todo aquello que pueda desagradarle y ofenderle. Te suplicámos, en fin, o dulce y amable Señor, que dejes impresa en nuestras almas la señal de tus verdaderos seguidores y un ardiente deseo de amarte sobre todas las cosas. Amén.




Himno al Espíritu Santo


Espíritu Santo, ven aquí,

Espíritu Santo, ven a mí.

Quiero vivir, quiero ser feliz

Con tu poder dentro de mí.

Ahora sé lo que es vivir,

Puedo reír, puedo cantar.

Ahora sé que yo puedo amar,

Con tu poder dentro de mí.

Hermano, ¿Quieres vivir

La gloria del Señor?

Acepta pues esta bendición

Que será tu salvación


O


Alúmbranos, Espíritu divino,

Inflámanos con tu encendido amor.

De la virtud muéstranos el camino

Y enséñanos a orar con gran fervor.

Recíbenos, Espíritu divino

Y ábrenos a tu inspiración.


Novena al Espíritu Santo (Día 6)


“Todos ellos (los Apóstoles) perseveraban en la oración y con un mismo espíritu, en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos.” (Hechos 1, 14).

Así se describe la primera novena en la historia de la Iglesia. Después de nueve días – desde la Ascensión del Señor hasta el primer Pentecostés – el Espíritu Santo descendió sobre los participantes. Resulta que hasta la fecha, la Iglesia recomienda la novena del Espíritu Santo, como la preparación ideal para Pentecostés.



El orden de la novena sera el siguiente:

  • Señal de la Cruz
  • Acto de Consagración al Espíritu Santo
  • Lectura bíblica
  • Consideración para el día correspondiente
  • Antífona, versículo y oración particular
  • Oración para implorar los Dones del Espíritu Santo
  • Himno al Espíritu Santo




DÍA 6



Señal de la Cruz


Acto de Consagración al Espíritu Santo


¡Oh Santo Espíritu, Espíritu Divino de luz y de amor! Yo te consagro mi inteligencia, corazón y voluntad, para el tiempo y para la eternidad. Que mi entendimiento sea siempre dócil a tus divinas inspiraciones y a las enseñanzas de la Santa Iglesia Católica, de la cual eres Tú su guía infalible; que mi corazón esté siempre inflamado en el amor de Dios y del prójimo; que mi voluntad se conforme siempre con la divina Voluntad; que toda mi vida sea imitación plenamente fiel de la vida y virtudes de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, a quien, en el Padre y contigo, Espíritu Divino, sea honor y gloria por los signos de los siglos.


 

 

El Espíritu Santo Es Nuestra Fortaleza


Lectura del Evangelio de San Juan (16:7–8): “Sin embargo, o digo la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito. En cambio, si me voy, os lo enviaré. Y, cuando venga, dejará convicto al mundo acerca de un pecado, de una justicia y de una condena.”



Consideración para este día:


Es patrimonio de las almas auténticamente religiosas y sinceras, el reconocer la nada del hombre, su limitado poder, así como lo costoso y difícil del deber de salvarse.

¡Qué poca cosa es el hombre y cuán numerosos los males y miserias que ha de soportar en su breve estancia sobre la tierra! Es disposición del Dios altísimo, que mientras dure nuestro tiempo de peregrinación en el mundo, trabajemos con ardor de la virtud en el importante negocio de nuestra salvación.

Las almas santas son templo del Dios eterno, fabricado mediante la práctica diaria de la virtud y la constante oposición a las sugestiones del pecado.

Grandes y penosos los trabajos que realiza el hombre para ganar el sustento de cada día. El asegurar los goces del cielo, conlleva sacrificios y penalidades sin cuento. Por el pecado de origen, en el que incurrimos los hombres, cargamos ahora con el resultado del desvío de la naturaleza inclinada al mal; con la rebelión de las pasiones; con los ataques del enemigo de las almas interesado en perderlas.

La bondad infinita de Dios no nos ha abandonado. Disposición sapientísima suya es que recurramos a su auxilio divino en todas las necesidades y desfallecimientos. Sin esta, Su ayuda Divina, trabajaríamos en vano. “Si el Señor no construye el edificio, en vano se fatigan los obreros”, (Sal. 127, 1).

La operación de Dios en la santificación de las almas es llevada a cabo mediante la actuación de su Espíritu Santo. Si le prestamos cooperación incondicional, no dudemos que podremos realizar obras grandiosas y divinas. Con Dios, con su gracias, nada hay demasiado difícil, nada insuperable: “Todo lo puedo en Aquel que me fortalece.” (Fil.4, 13)

Así pues, cuando te sientas desalentado, si te molestan las pasiones, cuando el enemigo sugiera el pecado, no desfallezcas. Recurre a tu Señor y pídele que te inflame con el fuego del Espíritu Santo.




Antífona: Ven, Espíritu Santo, llena los corazones del tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.


Versículo: Envía tu Espíritu y serán creados. Y renovarás la faz de la tierra.


Rogámoste, Señor, que el Espíritu Santo nos inflame con el fuego que Nuestro Señor Jesucristo trajo a la tierra para que ardiera intensamente,

Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

 

 

Oración para Implorar los Dones


Señor mío Jesucristo, que antes de ascender a los cielos, prometiste a tus apóstoles y discípulos enviar el Espíritu Santo para fijar en sus almas tu obra divina y redentora, te suplicamos: nos envíes a nosotros el mismo Santo Espíritu para que complete en las nuestras la obra de tu gracias y de tu amor. Desciendan copiosos a nosotros sus dones celestiales: la Sabiduría, para despreciar las cosas perecederas del mundo y sólo anhelar las eternas; el Entendimiento, que ilumine nuestras mentes con la luz de las verdades; el Consejo, que nos dé acierto en la elección de los medios más seguros para agradar a Dios y merecer el cielo; la Fortaleza, que nos ayude a soportar las cruces de la vida y a superar los obstáculos que se opongan a nuestra salvación; la Ciencia, que da el conocimiento de Dios y de nosotros mismos y que los Santos poseyeron; la Piedad, que hace dulce y agradable tu servicio; el temor reverente para con Dios y sus mandamientos y que conduce a evitar todo aquello que pueda desagradarle y ofenderle. Te suplicámos, en fin, o dulce y amable Señor, que dejes impresa en nuestras almas la señal de tus verdaderos seguidores y un ardiente deseo de amarte sobre todas las cosas. Amén.




Himno al Espíritu Santo


Espíritu Santo, ven aquí,

Espíritu Santo, ven a mí.

Quiero vivir, quiero ser feliz

Con tu poder dentro de mí.

Ahora sé lo que es vivir,

Puedo reír, puedo cantar.

Ahora sé que yo puedo amar,

Con tu poder dentro de mí.

Hermano, ¿Quieres vivir

La gloria del Señor?

Acepta pues esta bendición

Que será tu salvación


O


Alúmbranos, Espíritu divino,

Inflámanos con tu encendido amor.

De la virtud muéstranos el camino

Y enséñanos a orar con gran fervor.

Recíbenos, Espíritu divino

Y ábrenos a tu inspiración.


lunes, 29 de mayo de 2017

Novena al Espíritu Santo (Día 5)


“Todos ellos (los Apóstoles) perseveraban en la oración y con un mismo espíritu, en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos.” (Hechos 1, 14).

Así se describe la primera novena en la historia de la Iglesia. Después de nueve días – desde la Ascensión del Señor hasta el primer Pentecostés – el Espíritu Santo descendió sobre los participantes. Resulta que hasta la fecha, la Iglesia recomienda la novena del Espíritu Santo, como la preparación ideal para Pentecostés.



El orden de la novena sera el siguiente:

  • Señal de la Cruz
  • Acto de Consagración al Espíritu Santo
  • Lectura bíblica
  • Consideración para el día correspondiente
  • Antífona, versículo y oración particular
  • Oración para implorar los Dones del Espíritu Santo
  • Himno al Espíritu Santo




DÍA 5



Señal de la Cruz


Acto de Consagración al Espíritu Santo


¡Oh Santo Espíritu, Espíritu Divino de luz y de amor! Yo te consagro mi inteligencia, corazón y voluntad, para el tiempo y para la eternidad. Que mi entendimiento sea siempre dócil a tus divinas inspiraciones y a las enseñanzas de la Santa Iglesia Católica, de la cual eres Tú su guía infalible; que mi corazón esté siempre inflamado en el amor de Dios y del prójimo; que mi voluntad se conforme siempre con la divina Voluntad; que toda mi vida sea imitación plenamente fiel de la vida y virtudes de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, a quien, en el Padre y contigo, Espíritu Divino, sea honor y gloria por los signos de los siglos.




El Espíritu Santo Nos Hace Libres


Lectura de la carta de San Pablo a los Romanos (8:26-27): “Del mismo modo, el Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues nosotros no sabemos pedir como conviene; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que escruta los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios.”




Consideración para este día:


El engaño con que el demonio hizo víctimas a Adán y Eva convirtió a sus descendientes en esclavo de aquél.

El mundo trata a menudo de engañarnos con sus máximas y de enredarnos en sus lazos. Es la mentira una de las más fuertes cadenas con que el maligno intenta atar al hombre; de ella se sirve para despertar en nosotros la afición desmedida y exclusiva por las cosas temporales, las que presenta como única razón de la vida en la tierra. Pero, ellas ni son siempre nuestras, ni podrán nunca dar satisfacción completa y duradera. Es, pues, la mentira, la que esclaviza en el pecado, despojándonos de la herencia del cielo a la que hemos sido llamados. “El que comete pecado, esclavo es del pecado,” (Juan 8, 34).

Por el contrario, es la verdad de Cristo la que libera las almas y emancipa los corazones. Cuando a nuestras almas descienda el Espíritu de Dios descubriremos los engaños del maligno y podremos destruir las ataduras de la carne que a él nos esclavizan. “Donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad.” (2 Cor. 3, 17).

Con la influencia benéfica de este Santo Espíritu recorreremos los caminos del Señor; observaremos sus mandatos y escalaremos al fin los pináculos de la perfección cristiana, para respirar el aire puro y santo de la libertad y de la gloria de los bienaventurados.



Antífona: Ven, Espíritu Santo, llena los cora-zones del tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.

Versículo: Envía tu Espíritu y serán creados. Y renovarás la faz de la tierra.

Rogámoste, Señor, nos concedas que el Espíritu Santo sane las heridad de nuestras almas mediante la recepción de los santos sacramentos. Por Cristo Señor nuestro. Amén.

 

Oración para Implorar los Dones


Señor mío Jesucristo, que antes de ascender a los cielos, prometiste a tus apóstoles y discípulos enviar el Espíritu Santo para fijar en sus almas tu obra divina y redentora, te suplicamos: nos envíes a nosotros el mismo Santo Espíritu para que complete en las nuestras la obra de tu gracias y de tu amor. Desciendan copiosos a nosotros sus dones celestiales: la Sabiduría, para despreciar las cosas perecederas del mundo y sólo anhelar las eternas; el Entendimiento, que ilumine nuestras mentes con la luz de las verdades; el Consejo, que nos dé acierto en la elección de los medios más seguros para agradar a Dios y merecer el cielo; la Fortaleza, que nos ayude a soportar las cruces de la vida y a superar los obstáculos que se opongan a nuestra salvación; la Ciencia, que da el conocimiento de Dios y de nosotros mismos y que los Santos poseyeron; la Piedad, que hace dulce y agradable tu servicio; el temor reverente para con Dios y sus mandamientos y que conduce a evitar todo aquello que pueda desagradarle y ofenderle. Te suplicámos, en fin, o dulce y amable Señor, que dejes impresa en nuestras almas la señal de tus verdaderos seguidores y un ardiente deseo de amarte sobre todas las cosas. Amén.



Himno al Espíritu Santo


Espíritu Santo, ven aquí,

Espíritu Santo, ven a mí.

Quiero vivir, quiero ser feliz

Con tu poder dentro de mí.

Ahora sé lo que es vivir,

Puedo reír, puedo cantar.

Ahora sé que yo puedo amar,

Con tu poder dentro de mí.

Hermano, ¿Quieres vivir

La gloria del Señor?

Acepta pues esta bendición

Que será tu salvación


O


Alúmbranos, Espíritu divino,

Inflámanos con tu encendido amor.

De la virtud muéstranos el camino

Y enséñanos a orar con gran fervor.

Recíbenos, Espíritu divino

Y ábrenos a tu inspiración.


Novena al Espíritu Santo (Día 4)


“Todos ellos (los Apóstoles) perseveraban en la oración y con un mismo espíritu, en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos.” (Hechos 1, 14).

Así se describe la primera novena en la historia de la Iglesia. Después de nueve días – desde la Ascensión del Señor hasta el primer Pentecostés – el Espíritu Santo descendió sobre los participantes. Resulta que hasta la fecha, la Iglesia recomienda la novena del Espíritu Santo, como la preparación ideal para Pentecostés.



El orden de la novena sera el siguiente:

  • Señal de la Cruz
  • Acto de Consagración al Espíritu Santo
  • Lectura bíblica
  • Consideración para el día correspondiente
  • Antífona, versículo y oración particular
  • Oración para implorar los Dones del Espíritu Santo
  • Himno al Espíritu Santo




DÍA 4



Señal de la Cruz


Acto de Consagración al Espíritu Santo


¡Oh Santo Espíritu, Espíritu Divino de luz y de amor! Yo te consagro mi inteligencia, corazón y voluntad, para el tiempo y para la eternidad. Que mi entendimiento sea siempre dócil a tus divinas inspiraciones y a las enseñanzas de la Santa Iglesia Católica, de la cual eres Tú su guía infalible; que mi corazón esté siempre inflamado en el amor de Dios y del prójimo; que mi voluntad se conforme siempre con la divina Voluntad; que toda mi vida sea imitación plenamente fiel de la vida y virtudes de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, a quien, en el Padre y contigo, Espíritu Divino, sea honor y gloria por los signos de los siglos.




El Espíritu Santo Da Impulso A Nuestra Voluntad



Lectura del Evangelios de San Lucas (4:1-13):

Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y el Espíritu lo fue llevando durante cuarenta días por el desierto, mientras era tentado por el diablo. En todos aquellos días estuvo sin comer y, al final, sintió hambre.

Entonces el diablo le dijo:

- Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan.

Jesús le contestó:

- Está escrito: "No solo de pan vive el hombre".

Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo:

- Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mi me ha sido dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo.

Respondiendo Jesús, le dijo:

- Está escrito: "Al Señor, tu Dios, adorarás y a Él solo darás culto"

Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo:

- Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: "Dará órdenes a sus ángeles acerca de ti, para que te cuiden", y también: "Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece contra ninguna piedra".

Respondiendo Jesús, le dijo:

- Está escrito: "No tentarás al Señor, tu Dios".

Acabada toda tentación, el demonio se marchó hasta otra ocasión.




Consideración para este día:


Nos enseña la teología que los hombres, después del pecado de Adán, han quedado incapacitados para hacer por si mismos, y con las solas fuerzas de su naturaleza, ni siquiera pueden sentir el deseo de ir al cielo.

¡Tan grande fue el daño que hizo el pecado en el mundo!

La incapacidad de la humanidad, a causa del pecado, es tan completa que, como se lee en la Sagrada Escritura: “Nadie puede decir: ‘Jesús es el Señor’, sino guiado por el Espíritu Santo.” (1 Cor. 12, 3).

Es clara, por tanto, oh cristiano, tu entera dependencia del Espíritu Santo; de Él es de quien has de recibir la gracia necesaria para salvarte; sólo mediante Él podrás hacer obras que te merezcan la vida eterna del cielo.

¡Dichosos nosotros! Porque la bondad y misericordia infinitas del Padre y del Hijo nos enviaron su Espíritu todopoderoso; su impulso nos presta la ayuda que necesitamos para cumplir los deberes y practicar la virtud. Las almas en gracia son templos y moradas del Espíritu Santo.

Por indolente y perezosa que fuera la voluntad del hombre, si la gracia de Dios habita en ella y cual viento impetuoso a ella desciende…queda llena, se despierta y vese impedida a sacudir el letargo que la adormece. Ahora es cuando se entra sin reserva a la acción que la eleva y salva.

Pidamos incesantemente a nuestro Dios para que se digne enviarnos a su Santo Espíritu, de quien depende el inapreciable don de nuestra salvación eterna.


Antífona: Ven, Espíritu Santo, llena los corazones del tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.

Versículo: Envía tu Espíritu y serán creados. Y renovarás la faz de la tierra.

Rogámoste, Señor, que el poder del Espíritu Santo permanezca con nosotros, purificando nuestros corazones y defendiéndonos de toda adversidad. Por Cristo nuestro Señor. Amén.



Oración para Implorar los Dones


Señor mío Jesucristo, que antes de ascender a los cielos, prometiste a tus apóstoles y discípulos enviar el Espíritu Santo para fijar en sus almas tu obra divina y redentora, te suplicamos: nos envíes a nosotros el mismo Santo Espíritu para que complete en las nuestras la obra de tu gracias y de tu amor. Desciendan copiosos a nosotros sus dones celestiales: la Sabiduría, para despreciar las cosas perecederas del mundo y sólo anhelar las eternas; el Entendimiento, que ilumine nuestras mentes con la luz de las verdades; el Consejo, que nos dé acierto en la elección de los medios más seguros para agradar a Dios y merecer el cielo; la Fortaleza, que nos ayude a soportar las cruces de la vida y a superar los obstáculos que se opongan a nuestra salvación; la Ciencia, que da el conocimiento de Dios y de nosotros mismos y que los Santos poseyeron; la Piedad, que hace dulce y agradable tu servicio; el temor reverente para con Dios y sus mandamientos y que conduce a evitar todo aquello que pueda desagradarle y ofenderle. Te suplicámos, en fin, o dulce y amable Señor, que dejes impresa en nuestras almas la señal de tus verdaderos seguidores y un ardiente deseo de amarte sobre todas las cosas. Amén.




Himno al Espíritu Santo


Espíritu Santo, ven aquí,

Espíritu Santo, ven a mí.

Quiero vivir, quiero ser feliz

Con tu poder dentro de mí.

Ahora sé lo que es vivir,

Puedo reír, puedo cantar.

Ahora sé que yo puedo amar,

Con tu poder dentro de mí.

Hermano, ¿Quieres vivir

La gloria del Señor?

Acepta pues esta bendición

Que será tu salvación


O


Alúmbranos, Espíritu divino,

Inflámanos con tu encendido amor.

De la virtud muéstranos el camino

Y enséñanos a orar con gran fervor.

Recíbenos, Espíritu divino

Y ábrenos a tu inspiración.


domingo, 28 de mayo de 2017

Novena al Espíritu Santo (Día 3)

“Todos ellos (los Apóstoles) perseveraban en la oración y con un mismo espíritu, en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos.” (Hechos 1, 14).

Así se describe la primera novena en la historia de la Iglesia. Después de nueve días – desde la Ascensión del Señor hasta el primer Pentecostés – el Espíritu Santo descendió sobre los participantes. Resulta que hasta la fecha, la Iglesia recomienda la novena del Espíritu Santo, como la preparación ideal para Pentecostés.



El orden de la novena sera el siguiente:

  • Señal de la Cruz
  • Acto de Consagración al Espíritu Santo
  • Lectura bíblica
  • Consideración para el día correspondiente
  • Antífona, versículo y oración particular
  • Oración para implorar los Dones del Espíritu Santo
  • Himno al Espíritu Santo




DÍA 3



Señal de la Cruz


Acto de Consagración al Espíritu Santo


¡Oh Santo Espíritu, Espíritu Divino de luz y de amor! Yo te consagro mi inteligencia, corazón y voluntad, para el tiempo y para la eternidad. Que mi entendimiento sea siempre dócil a tus divinas inspiraciones y a las enseñanzas de la Santa Iglesia Católica, de la cual eres Tú su guía infalible; que mi corazón esté siempre inflamado en el amor de Dios y del prójimo; que mi voluntad se conforme siempre con la divina Voluntad; que toda mi vida sea imitación plenamente fiel de la vida y virtudes de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, a quien, en el Padre y contigo, Espíritu Divino, sea honor y gloria por los signos de los siglos.




El Espíritu Santo Ilumina Nuestras Mentes

 

Lectura del Evangelio de San Juan (16, 12 – 13): “Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir."


Consideración para este día


Por estar el hombre en estado de naturaleza caída debido al primer pecado, ha perdido la claridad de la mente y la fortaleza del ánimo, que en sus orígenes gozaba; ambas cosas le eran indispensables para caminar por las sendas del conocimiento, del amor y del servicio divino. Con estos preciosos dones de Dios conservaría la gracia y aseguraría la bienaventuranza del cielo.

En tan lastimoso estado la humanidad caída no dispone de las luces y fuerzas que la ayudarían a caminar con paso seguro por los caminos de salvación. El hombre se ve en la tierra entre luchas y pasiones; entre oscuridades y errores. Abandonados a nuestras solas fuerzas, yacemos en tinieblas; olvidamos a Dios; caemos en la ignorancia; en guerra abierta contra su Señor, rechaza su Espíritu de verdad y queda ciego y desorientado.

Los que aceptan y viven de las doctrinas de Cristo Jesús, aunque no son del mundo, en el mundo han de vivir en espera de la llamada de Dios; pero entretanto han de verse expuestos a toda clase de tentaciones y peligros, pueden ser envueltos por las sobras de la muerte y quedar alejados por siempre de su Dios y Salvador.

Si queremos ser siempre fieles a nuestro Dios, si no hemos de desviarnos de sus caminos, es necesario que recibamos las luces e inspiraciones de su Santo Espíritu.

Estas luces y mociones serán refulgentes lámparas que ilumina nuestras vidas y guían nuestros pasos por el sendero del bien.

Pidamos al Padre Eterno que “Su Buen Espíritu” nos guíe a través de las vicisitudes de la vida.

 

 

 

Antífona: Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.

Versículo: Envía tu Espíritu y serán creados. Y renovarás la faz de la tierra

Te rogamos, Señor, te dignes llenar nuestras mentes con aquel Santo Espíritu en cuya sabiduría fuimos creados y por cuya providencia somos gobernados. Por Cristo nuestro Señor. Amén.



Oración para Implorar los Dones


Señor mío Jesucristo, que antes de ascender a los cielos, prometiste a tus apóstoles y discípulos enviar el Espíritu Santo para fijar en sus almas tu obra divina y redentora, te suplicamos: nos envíes a nosotros el mismo Santo Espíritu para que complete en las nuestras la obra de tu gracias y de tu amor. Desciendan copiosos a nosotros sus dones celestiales: la Sabiduría, para despreciar las cosas perecederas del mundo y sólo anhelar las eternas; el Entendimiento, que ilumine nuestras mentes con la luz de las verdades; el Consejo, que nos dé acierto en la elección de los medios más seguros para agradar a Dios y merecer el cielo; la Fortaleza, que nos ayude a soportar las cruces de la vida y a superar los obstáculos que se opongan a nuestra salvación; la Ciencia, que da el conocimiento de Dios y de nosotros mismos y que los Santos poseyeron; la Piedad, que hace dulce y agradable tu servicio; el temor reverente para con Dios y sus mandamientos y que conduce a evitar todo aquello que pueda desagradarle y ofenderle. Te suplicámos, en fin, o dulce y amable Señor, que dejes impresa en nuestras almas la señal de tus verdaderos seguidores y un ardiente deseo de amarte sobre todas las cosas. Amén.



Himno al Espíritu Santo


Espíritu Santo, ven aquí,

Espíritu Santo, ven a mí.

Quiero vivir, quiero ser feliz

Con tu poder dentro de mí.

Ahora sé lo que es vivir,

Puedo reír, puedo cantar.

Ahora sé que yo puedo amar,

Con tu poder dentro de mí.

Hermano, ¿Quieres vivir

La gloria del Señor?

Acepta pues esta bendición

Que será tu salvación


O


Alúmbranos, Espíritu divino,

Inflámanos con tu encendido amor.

De la virtud muéstranos el camino

Y enséñanos a orar con gran fervor.

Recíbenos, Espíritu divino

Y ábrenos a tu inspiración.