“Todos ellos (los Apóstoles) perseveraban en la oración y con un mismo espíritu, en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos.” (Hechos 1, 14).
Así se describe la primera novena en la historia de la Iglesia. Después de nueve días – desde la Ascensión del Señor hasta el primer Pentecostés – el Espíritu Santo descendió sobre los participantes. Resulta que hasta la fecha, la Iglesia recomienda la novena del Espíritu Santo, como la preparación ideal para Pentecostés.
El orden de la novena sera el siguiente:
- Señal de la Cruz
- Acto de Consagración al Espíritu Santo
- Lectura bíblica
- Consideración para el día correspondiente
- Antífona, versículo y oración particular
- Oración para implorar los Dones del Espíritu Santo
- Himno al Espíritu Santo
DÍA 7
Señal de la Cruz
Acto de Consagración al Espíritu Santo
¡Oh Santo Espíritu, Espíritu Divino de luz y de amor! Yo te consagro mi inteligencia, corazón y voluntad, para el tiempo y para la eternidad. Que mi entendimiento sea siempre dócil a tus divinas inspiraciones y a las enseñanzas de la Santa Iglesia Católica, de la cual eres Tú su guía infalible; que mi corazón esté siempre inflamado en el amor de Dios y del prójimo; que mi voluntad se conforme siempre con la divina Voluntad; que toda mi vida sea imitación plenamente fiel de la vida y virtudes de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, a quien, en el Padre y contigo, Espíritu Divino, sea honor y gloria por los signos de los siglos.
El Espíritu Santo Nos Infunde Valor
Lectura del Evangelio de San Juan (16, 33): “Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo.”
Consideración para este día:
La cobardía de muchos cristianos en las luchas de la vida es hoy un defecto triste y por demás frecuente.
Quien deliberadamente y con libre voluntad realiza acciones que contradicen las disposiciones de Dios, ¿qué otra cosa hace, en realidad, sino obrar cobardemente? La práctica de actos virtuosos y conformes con los deseos de Cristo exige no pocas veces tener ánimo bien valiente y siempre dispuesto para aguantar el sacrificio.
Los seguidores de Jesús deben soportar con resignación los padecimientos de la vida, deben amar a sus propios enemigos y sobreponerse a las burlas y desprecios de los mundanos. Pero…!Cuántas veces se omite el bien por temer al qué dirán! ¡Cuántas otras nos asusta el esfuerzo que reclaman los deberes de religión, profesión y estado…!
¿Y no te asusta, oh cristiano, la ofensa inaudita que infieres a tu Dios y Señor cuanto le pospones a las criaturas cuando temes más a tus semejantes que al justo juicio del Juez de vivos y muertos?
Con temor y temblor se ha de obrar en la vida; pero con temor santo que se sostiene en el amor que lleva a Cristo; no en el temor que retrae e incapacita en el servicio del Señor.
Las almas convertidas por la gracia en “moradas del Espíritu Santo”, llevan dentro de sí mismas al que es la fuente de toda fortaleza y valor. Si tienen fe viva; si de verdad aman a Dios y temen ofenderle… en esta Fuente hallarán la fuerza con que oponerse a las sugerencias del demonio, y al ímpetu de las pasiones: “En Dios he esperado y no temeré nada de lo que pueda hacerme el hombre”.
El fuego del amor divino, traído por el Espíritu Santo a las almas sus amigas, hace palidecer el brillo de las cosas y destruye todo temor por as amenazas de los hombres.
Antífona: Ven, Espíritu Santo, llena los corazones del tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Versículo: Envía tu Espíritu y serán creados. Y renovarás la faz de la tierra.
Rogámoste, Señor que la gracia del Espíritu Santo ilumine nuestros corazones, y les fortalezca abundantemente con la dulzura de la caridad perfecta. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Oración para Implorar los Dones
Señor mío Jesucristo, que antes de ascender a los cielos, prometiste a tus apóstoles y discípulos enviar el Espíritu Santo para fijar en sus almas tu obra divina y redentora, te suplicamos: nos envíes a nosotros el mismo Santo Espíritu para que complete en las nuestras la obra de tu gracias y de tu amor. Desciendan copiosos a nosotros sus dones celestiales: la Sabiduría, para despreciar las cosas perecederas del mundo y sólo anhelar las eternas; el Entendimiento, que ilumine nuestras mentes con la luz de las verdades; el Consejo, que nos dé acierto en la elección de los medios más seguros para agradar a Dios y merecer el cielo; la Fortaleza, que nos ayude a soportar las cruces de la vida y a superar los obstáculos que se opongan a nuestra salvación; la Ciencia, que da el conocimiento de Dios y de nosotros mismos y que los Santos poseyeron; la Piedad, que hace dulce y agradable tu servicio; el temor reverente para con Dios y sus mandamientos y que conduce a evitar todo aquello que pueda desagradarle y ofenderle. Te suplicámos, en fin, o dulce y amable Señor, que dejes impresa en nuestras almas la señal de tus verdaderos seguidores y un ardiente deseo de amarte sobre todas las cosas. Amén.
Himno al Espíritu Santo
Espíritu Santo, ven aquí,
Espíritu Santo, ven a mí.
Quiero vivir, quiero ser feliz
Con tu poder dentro de mí.
Ahora sé lo que es vivir,
Puedo reír, puedo cantar.
Ahora sé que yo puedo amar,
Con tu poder dentro de mí.
Hermano, ¿Quieres vivir
La gloria del Señor?
Acepta pues esta bendición
Que será tu salvación
O
Alúmbranos, Espíritu divino,
Inflámanos con tu encendido amor.
De la virtud muéstranos el camino
Y enséñanos a orar con gran fervor.
Recíbenos, Espíritu divino
Y ábrenos a tu inspiración.